La primera noche

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Uno

Yo era una persona normal, en lo que puede caber esa palabra. Era una adolescente que solo se preocupaba por sus libros, su música y los chicos. Era todo lo que importaba en ese mundo. Siempre quise ser escritora. Y planeaba serlo. Pero todos mis sueños se fueron al desagüe cuando el mundo se  fue a la mierda.

Planeaba escribir libros de otras cosas. Pero mis escritos se van a limitar al tipo Diario de Anna Frank. Ella no sobrevivió a su catástrofe, pero fue recordada. ¿Y eso quien no lo quiere?

No tengo ni idea de cómo comenzó todo. Lo único que voy a relatar fue mi experiencia en este mundo horrible.

Mi nombre es Lucy. Mi apellido no importa mucho, aquí ya no importa. Tengo 17 años. Soy castaña clara y tengo los ojos marrones oscuros. El mundo se volvió duro, horrible. La ley del más fuerte. Ahora los muertos se levantan y matan a los vivos, convirtiéndolos en más de ellos. El dinero ya no importa. Coges lo que te sirve y sigues adelante, con la esperanza de sobrevivir. Te vuelves dura, fría y fuerte. Es lo único que importa.

Tengo la esperanza que algún día esto acabe y queden humanos para contar lo que pasó. Que queden humanos para que lean esto. 

Mi historia comenzó como un día normal. Era fin de semana. Mis padres me pidieron que cuidara de mi hermana de 10 años, Sofía. Ellos irían a comprar unas cosas para la casa y yo me quedaría con Sofía.

-          Ya sabes, Sofi hágale caso a su hermana-dijo mi madre.

-          Sipi, Mami-contestó mi hermana.

-          Cuida de tu hermana-dijo mi madre.

Asentí. Ella nos abrazó y se fue con mi padre. No tenía ni idea que sería la última vez que los vería.

Mi hermana y yo no nos llevábamos muy bien. Es decir yo era siete años más grande que ella. Sofi se parecía mucho a mí. Solo que tenía un pelo más rubio y los ojos más claros. Peleábamos mucho. Ella como siempre se fue y se encerró en su habitación. Yo solo me senté en el sofá y puse la televisión. 

No podía creer lo que veía. Era gente atacando a otra. Todo estaba hecho un desastre. La de la televisora recomendaba que no saliéramos de nuestras casas.  Parecía como si todo hubiera salido de alguna película de ciencia ficción. Me congele por el miedo. Luego empezaron a sonar disparos.

  Sofía de inmediato salto a mí. Estaba temblando. No sabía que hacer. Le dije que hiciera silencio. Que todo iba a estar bien. Trate de llamar a mi madre. La línea estaba caída. La televisión dejo de funcionar también, estaba aterrada.

Luego recordé lo que se supone que tenía que hacer en una emergencia. Cerré todas las puertas y ventanas. Busque velas y encendedores. Cogí mi mochila del colegio y la llene de la comida de la lacena. Le dije a sofí que metiera en la suya unas mantas. La deje meter también una de sus muñecas. Yo solo cogí algunas fotos del álbum, una pulsera que me dio mi mejor amigo, mi libro favorito, mi diario y algunos cuadernos con tres lapiceros.

En mi casa no había armas ni mucho menos. No sabía disparar. Cogí los cuchillos de la cocina y unas tijeras. Lo único que sabía manejar era el arco. Pero aquí no había ninguno.  Sabía que mis padres no regresarían, pero cada vez que Sofía me lo preguntaba yo decía que pronto vendrían por nosotras.

No podía tener miedo, debía tomarme las palabras de mi madre muy apecho, cuidar a mi hermana.  Lo había visto en películas, pero sabía que no iba a ser igual. No todo sería fácil y debía luchar por mí y por ella.

Esa primera noche fue horrible. Escuchaba los gritos del barrio. Por las ventanas se veían esas cosas comiéndose a mis vecinos. No dejé que Sofía viera. Era real. Por primera sentí que era real. 

Me di cuenta que estaba sola. 

Mi barrio fue de los primeros en caer. Sabía las reglas: no hacer ruidos, se mueren si les das en la cabeza y no perder la cordura. Pero creo que mis vecinos no lo sabían. Creo que ellos no habían leído libros de ciencia ficción. Pero aun así nada me hubiera preparado para esto, nada.

Ningun manual te decía lo que tenías que hacer en estos casos. No te decía las cosas que tenías que hacer para poder vivir. De los errores se aprende. De lo que que no debía ocurrir. 

Ya no se me permitía ser la misma chica que fui. Tenía que empesar de cero y tenía que ser fuerte y valiente sobre todo por mi hermana. Así que se podría decir que aquella primera noche alguien nació. Nació una nueva yo. 

La Vida de Lucy #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora