Yo soy la culpable

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Veintisiete

- No queremos hacerles daño- dijo uno de los tipos.
  - Solo la quiero a ella - dijo Alejandro.
Se me puso el pelo de punta al escuchar el rencor en su voz. Tenía una cicatriz gigante, la mitad de su cara estaba chamuscada horriblemente.
   - Es un salvador - dijo mamá.
   - ¿Un qué? - pregunté.
   - Es una comunidad. Como Alexandria, Terranova. Los Salvadores se encargan de proteger las demás comunidades. Nosotros tenemos que pagarles con la mitad de nuestras provisiones. No me llevo muy bien con su jefe, Negan. Son unos cerdos- explicó Mamá.
     - Ya no es un salvador, jefa - dijo Ana - mirele la cara.
    - Cierto- contestó Mamá.
    - ¿Eso que tiene que ver? - dije.
    - Negan les quema la mitad de la cara con una plancha frente a toda la comunidad a quien los traiciona. Quiere decir que ya no es un salvador.

Era un castigo muy atroz. Los ojos verdes de Alejandro expresaban un profundo odio. Y de alguna manera sabía que no solo era para mí, sino también a las comunidades.
  
- Sé que estás allí, nena.
Ya no quedaba nada de el chico que alguna vez amé. Y como todo primer amor destruido una lágrima cayó. Eran muchos tipos, tenían muchas armas.
  - Tenemos todo el día- dijo el tipo- ustedes no. ¿No es cierto, Ca?

¿Ca?... ¿Carolina? ¿Mamá? La observé. Ella estaba con el seño funcido susurrando:
    - Bastardo, es Ronald, el ex dirigente técnico de Terranova.
   - Tienes que ir a Alexandria ¿no? ¿Vas a poner a todo tu pueblo por encima de una mocosa asesina?- dijo Ronald.
Él tenía razón, yo debía entregarme.
  - Solo ven, Lucy y nadie saldrá herido. Te queremos con nosotros. Y sí no, podemos matar a todos ellos- dijo Alejandro.
Temblaba. Peter me miraba como si me hechara. Mamá tenía los ojos rojos.
   - No volveré a perderte- dijo.
   - Lograré escapar, lo prometo- dije.
David esta quieto. Me miraba como roto.
   - Lucy yo iré contigo- me dijo David.
   - No, te mataran.
    - No lo permitiré.
    - Tienes que. Oye, toma- le di mis cuadernos llenos con el diario. Solo me dejé en los que estaba escribiendo - cuidalos.
   - Claro, no se te olviden tus lapiceros. Lucy te amo. Te amo como nunca nadie lo ha hecho, eres mi todo. Eres como mis pulmones, mi corazón y mi razón. ¿Acaso sabes que me arrancas todo eso al irte?
Lo besé y sabía que no lo haría en mucho tiempo.
   - Te amo, David. Eres mi hombre que pensé que solo existía en un libro. Pero me demostraste que tú eras mejor que los demás. No lo olvides, te amo infinitamente.
Lo besé una vez más.
Abracé a Ana y a mamá.
   - Te rescataremos- me susurró mamá- lo juro.
Sol también me abrazó. Le sonreí a los demás y salí del escondite.
Caminé hacia Alejandro.
   - Vamos, hermosa.
Trataba de no matarle. Me subí a su camioneta. Me quito el arco y mis flechas.
Estabamos a punto de irnos. Me estaba resignando a irme.

De repente veo a David correr hacia la camioneta y lo veo caer. El balazo sonó en mi oreja. Le habían disparado en el abdomen.
  - ¡David! ¡Sueltame! ¡¿Que hiciste?!
  - ¡Hay que llevarlo a Alexandria!- gritó Mamá - lo cuidaré, Lucy.
Yo lloraba. El auto arrancó y nos alejábamos.
  - ¡David!
Lloraba, uno de los tipos me miraba con compasión.
Veía como todo se destruía. Y sentí que mi vida ya no tenía ningún sentido.
Porque admito que Sofi y escribir era lo que me mantenía cuerda, pero David también. Él también se había vuelto un pilar. Un pilar que ya no existía y sentía un vacío tan grande en el pecho que solo con odio podré remediar.
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Lamento no haber subido antes. Espero que les guste. Un beso.
DGR

La Vida de Lucy #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora