Lisa.
—Bien, al parecer los ejercicios que hemos echo están correctos, iré a dejarle las hojas a la maestra, tú te puedes ir. — habló la castaña mientras recogía su bolso que estaba colgado atrás de su banca mientras tenía las hojas de ejercicios de matemáticas en su otra mano.
Ella tiene algo.
Ya que desde que entró al aula pude sentir que Jennie estaba tensa por no decir enojada, no hacía aquella manía de esconder sus pequeñas manitos adentro de su suéter celeste por el frío, y ¡Vaya! Que hoy hacía - 10° grados.
Ella estaba con una camisa con mangas sencilla, unos vaqueros cómodos y unos zapatos.
Su mirada parecía aún más perdida, si falla en encontrar la respuesta del problema o se equivocaba durante el proceso apretaba sus puños con todas su fuerzas y luego lo corregía.
Sin embargo no dije nada solo me levante, le arrebate las hojas de su mano y camine hacia la maestra quien estaba en la puerta de salida, le entregue las hojas y salí de allí.
Puse sentir la confusión y el leve enojo de Jennie pero no me importo, solo seguí caminando hasta salir de allí, no me preocupe por mis cosas, lo único que había llevado a la clase era un lápiz.
—¿ Qué te pasa?.— pare cuando escuche a mis espaldas aquella pregunta.
—Nada y ¿Tú?. —ella apretó sus dientes, ahora si estaba enojada.
—Nada, yo iba a entregar las hojas, ¿Es que no oíste o estás sorda?. — aquel tono me impresionó.
—De echo mi oído es muy bueno, tanto así como mi visión, mi fuerza, mi velocidad. —cada punto que daba me iba acercando a ella. —Y mi.... Olfato. —me detuve.
Ese olor no es de ella. Habló mi lobo.
Olfatee más, efectivamente no era su olor, era un olor a mucho gel, enjuague bucal, perfume de hombre y un toque de hormonas las cuales decían con todas las palabras claras “Quiero tener sexo contigo”.
Sin darme cuenta la acorrale contra la pared más cercana, mi enojo había tomado el control.
—¿Quién es él?. —pregunté entre mis dientes.
—¿! QUE RAYOS PASA CONTIGO, IMBÉCIL!?. — me grito mientras trataba de huir.
No podrás hacerlo.
Empezó a examinarla, su cabello, su frente, sus ojos, sus mejillas.
Sus labios.
Nadie sin tener una visión como la mía podía notarlo pero se veían que habían sido besados, no sólo eso, sino con varias leves mordidas en el.
Mi enojo se esfumó.
Todo se fue, lo único que sentía era como si me hubieran azotado como cuando era niña, cuando no obedecía y mi padre no azotaba hasta que las marcas eran tan graves que demoraban una semana en sanar por completo.
Eso se sentía descubrir ésto.
Baje mis brazos los cuales estaban a lado de ella, baje mi mirada, pude sentir su confusión.
—Lis...
—Callate.
Sin mirarla, salí de ahí tan rápido como pude.
No podía describir lo que siento, no sé qué rayos siento.
! ¿Qué carajos siento?¡.
Corrí hacia el bosque.
Las pistas que recolecte hicieron su jugada en mi mente y vinieron varios escenarios en que Jennie besaba de forma hambrienta y desesperante a aquel hombre.
Ella enterrando sus manos en su cabello, el agarrando su trasero para pegarlo aún más a su entrepierna, sus labios moviéndose en sincronía mientras sus manos divagaban por todo el cuerpo del otro.
Corría entre los árboles mientras llegaba a las colinas más altas, a mi paso espantada a cualquier a animal que estuviera cerca.
Las manos de él tocando las caderas junto a su trasero.
Las manos de ella haciendo presión en su cabello y juntando su entrepierna a la de él.
Gruñi. Mis garras, mis colmillos habían salido y mis ojos se tornaron rojos.
Gruñi esperando que todo lo que sentía de fuera de mí.
Esperando a que ella se fuera de mí.