Rosé.
Caminaba desesperada, llegaba tarde a la clase del Señor Min-Ying ! No podía llegar tarde! El es un completó amargado, todo le molesta, hasta para respirar tienes que pedirle permiso.—Buenos días, lo siento por llegar tarde. —salude y me disculpe al momento de entrar al Salón de clases.
—Señorita Park ¿Es conciente de que es la tercera vez que llega tarde a mi clase?. -dijo mientras seguía escribiendo en el pizarrón.
El vestía un traje elegante, como siempre con lentes y tenía razón, anteriores veces e llegado tarde.
—Lo sé y lo siento, pero...
—Pero nada, fuera de mi clase. -señalo con su dedo índice.
Mire aún lado y estaba Jennie, mi mejor amiga, la cual solo me levanto lo dos pulgares mientras apretaba los labios, solo bufé y salí de ahí.
Hoy definitivamente no era mi día.
Camine frustrada hacia los baños, entré dejé mi bolso encima del mesón, abrí la llave y me tiré agua hacia mi cara, después de un rato la cerré, agarre mi bolso y me dirigí hacia la salida con mi cabeza agachada.
Cuando salí choque con alguien.
—Lo siento, no te ví. -me disculpe y levante mi vista.
Era una chica, era de mi misma altura, cabello castaño claro, ojos color miel, sus facciones estaban muy detalladas, ella vestía pantalones negros, camisa, botas y chaqueta del mismo color.
—No te preocupes, yo tampoco me fijé. -pude notar que estaba ¿Nerviosa? Se podría decir.
Por alguna razón aparente no dejaba de verme, se quería escapar una sonrisa de sus labios.
—Me tengo que ir, adiós. —dije cuando oí la campana. —Y una vez más, lo siento.
Corrí hacia la clase de matemáticas, no quería tener más problemas en el día. Cuando llegué dejé mi bolso caer y me senté en el tercer lugar de la cuarta fila.
—Hey ¿Qué pasó? ¿Por qué llegaste tarde?. —me preguntó Jennie una vez se sentó alado mío.
Jennie y yo compartíamos algunas clases, en ellas estaba matemáticas.
—Mi despertador no sonó, el autobús no pasó y tube que coger un taxi, después llegué y el maestro me sacó de la clase, después choque con una chica y aquí estoy. -le resumi todo lo desastroso que me pasó.
—Definitivamente no es tú día.
—Gracias.
—Ey.—echó una pequeña risa. —no te preocupes, ¿Qué te parece si salimos en la tarde?. —me propuso con una sonrisa.
—Está bien.
Seguimos hablando hasta que el maestro llegó, justo cuando quize sacar el libro de matemáticas me di cuenta de algo.
Lo había dejado en casa.