CAPÍTULO XVI Marik III.

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Al final al dejar la posada terminaron yendo a la casa a las afueras de la ciudad, mismo lugar que antes pensaban ir cuando se encontraban en la tienda de ropa. Allí se dieron cuenta que el dueño de la tienda les había dicho la verdad sobre la existencia de dicho lugar. Una casa de dos pisos, completamente de madera, había que subir unos escalones para poder dar con la entrada principal, la cual tenía a su izquierda unos muebles de metal con cojines. Una bonita entrada, pero la cual nadie más observó ya que entraron directo a la casa, yendo a la habitación de la izquierda, misma donde descansaba una chimenea encendida y unos muebles bien cuidados. Cualquiera que entrara allí se podría dar cuenta de lo bien cuidada que estaba la casa, además de lo caro de los muebles. Justo cuando estaban dejando sus abrigos en un perchero, escucharon una exclamación aguda. La mujer que Dewis vio antes, la prometida de Josue, apareció con una expresión de sorpresa y una bandeja en su mano.

-¡C-creí que volverías más tarde! –soltó avergonzada por la fachada que llevaba -. Ah...

La chica de cabello castaño llevo su vista a ellos, pero la regresó a su prometido. Esta se encontraba con un vestido sencillo y su pelo medianamente recogido, aunque unos mechones escapan y su vestido se encontraba completamente sucio, al igual que sus manos.

-Ha habido un cambio de planes.

-Entonces... iré... iré a cambiarme.

El príncipe no llego a contestar y continuó con su camino hacia la otra sala, seguido de la dama que era su caballero. Dewis que seguía siendo el último que se movía, observo a la chica un momento, antes de acercarse a ella.

-¿Está todo bien? –pregunto preocupado -. Nos volvemos a ver.

La mujer parpadeo un par de veces hasta que recordó finalmente ese encuentro con el hombre delante de ella.

-¡Ah! Que vergüenza que me vea de esta forma.

Dewis negó con la cabeza.

-Para nada, es un placer ver que se encuentra bien.

La chica asintió con la cabeza un momento, antes de llevar su mirada a la otra sala.

-Debería ir, estaré bien.

-Entiendo.

No agregó más nada a la conversación porque se fue a la otra sala, donde el príncipe como Kari se encontraban sentados en los sofás, quedando frente a frente y él se colocó detrás de Kari, tal cual como estaba la chica que protegía a Josue.

-Empecemos escuchando lo que tiene para decir, nuevo emperador.

Aun cuando no se encontraba viéndolo directamente, Dewis dedujo la clase de expresión que se encontraba haciendo Kari en ese preciso momento ante las palabras del hombre delante de él. A veces, Kari tendía a ser bastante malo al momento en que la otra parte actuaba de aquella forma en que estaba actuando el príncipe.

-¿Ni siquiera una bebida primero?

El ceño fruncido ajeno le hizo entender que la broma no fue bien recibida. Kari se encogió de hombros restándole importancia a la mala actitud del príncipe.

» Como bien le dije antes, quiero saber toda la verdad –comento recalcando una palabra en específico -. Según puedo ver, el pueblo lo adora y apoya a usted, entonces... ¿Qué sucede en el palacio?

Josue acentuó un poco el ceño fruncido antes de dejar escapar un suspiro. También llevo dos de sus dedos a su frente, intentando aliviar la presión que allí se alojaba.

-Seré directo –comento Josue en tono tranquilo -. Los nobles buscan denigrarme para quitarme el poder, para así tener todo el control del territorio. Usted ya los ha visto... ¿Qué clase de futuro cree que nos espera con ellos teniendo el control?

El candidato al tronoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora