Al momento en que volvió a abrir los ojos, veía de nuevo el techo de su habitación. Se levantó de golpe, pensando por un instante que había vuelto de nuevo, pero cuando le dio un detallado chequeo a la habitación, se percató que no era así. Seguía siendo un chico de once años, con mente de veinte, aunque eso lo ponía en duda. Suspiro para notar que se encontraba en pijama, lo último que recordaba fue la voz divina cuando estuvo leyendo la sagrada escritura, si es que eso se podía llamar leer.
-¡Señorito!
La voz de Teffy interrumpió sus pensamientos cuando la puerta fue abierta, dejándose ver a su padre. Se preguntó el motivo de su aparición, si se suponía que estaba en una misión en la frontera.
-¡Dewis!
Antes de decir algo, se acercó a su cama y le dio un fuerte abrazo, sorprendiéndolo. No se esperaba un abrazo de parte de su padre y más porque aún no se ubicaba.
-Papá...
La siguiente en aparecer fue su madre, quien se unió al abrazo, se notaba que estaba a punto de llorar, sus ojos estaban cristalizados.
-¡Estábamos tan preocupado!
Lo que estaba pasando de verdad que le estaba confundiendo, aun así se dejó abrazar por sus padres hasta que ellos estuvieron satisfechos y se separaron.
-¿Qué fue lo que paso? He venido corriendo cuando me avisaron que te desmayaste en el templo.
Ahí entendió el asunto, se desmayó en el templo y fue traído hasta su casa. Por lo menos obtenía una respuesta a una de sus tantas preguntas. Se mantuvo unos minutos en silencio, siendo su madre la que interrumpió el silencio.
-Querido... -dijo en un tono bajo, haciendo que su esposo le dirigiera la mirada -. También hay otra cosa.
La mujer tuvo toda la atención de los presentes.
-¿De qué hablas?
Suspiro, abriendo su abanico para echarse aire, mientras pensaba las palabras que usaría para continuar.
-Ha pasado algo en el templo... -comenzó con duda la mujer -. El nombre de nuestro hijo... apareció en las hojas de los candidatos a emperador.
Padre e hijo tuvieron la misma expresión en su rostro al oír aquellas palabras. Su padre, quien no estaba sentado, dio unos pasos hacia atrás colocando una mano en la mesa al lado de la cama para sostenerse. Aquello era una gran noticia, una peligrosa y explosiva noticia.
-¿Ya es sabido? –la expresión que le dio su esposa se lo confirmo -. ¿Qué más?
-¿Yo? ¿Un candidato a emperador? ¿Por qué? –Dewis habló antes de que pudiera responder su madre -. ¿Esto es una broma?
Aunque deseaba desesperadamente creer en eso, la expresión de su madre le certificó que esa sería su realidad. Apretó las sabanas que cubrían sus piernas, ahora entendía un poco las palabras de aquella voz divina. Tal parecía que no iba a poder escapar de su destino, porque con aquella noticia de ser un candidato a esa edad, podía asegurarle un lugar en la horca. Nunca había pasado algo como aquello, así que lo más seguro es que se entendiera que todo era falso, entonces creerían que él altero de alguna forma la sagrada escritura, un delito peor del porque fue horcado originalmente.
»Papá...
Miedo. Ese era el sentimiento que reflejaron sus ojos cuando los dirigió a su padre, tenía miedo de lo que pudiera pasar en ese preciso momento. Miedo de que se volviera a repetir lo mismo, que todos fuesen condenados por una idiotez que él provoco. Justo cuando iba a caer en su desesperación, sintió el cálido abrazo de parte de su padre, eso seguro le trajo algo de paz.
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El candidato al trono
RomanceDewis es el heredero de la familia Aliskar, una familia de caballeros, el cual sufre de una traición por parte de la persona que más amaba, causando que este sea sentenciado a muerte. En su lecho de muerte ha jurado que no volverá a caer en la tramp...