CAPÍTULO IV Eres tú

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Dewis paso saliva.

Si creía que lo mataría cuando estaban afuera, verlo ahí sentado de piernas cruzadas bebiendo té con soltura, lo mataría el doble.

Cuando sintió la mirada del otro sobre él, se dio cuenta que llevaba un buen rato solo mirándolo en completo silencio, lo certifico cuando sus sirvientas se lo dijeron con un gesto nada sutil. Él también le había estado mirando, pasaba su mirada entre el té que bebía y Dewis. Como si con solo mirarse estuvieran entablando la mejor conversación de todas, continuaron así un poco más, donde alguno de los dos desviaba la mirada, haciendo que el otro hiciera lo mismo y luego volvía a quedar atrapados en los ojos contrarios. Era una dulce tortura de miradas.

El codazo de parte de Nath le saco de su embobamiento.

-¿Qué le trae por aquí?

Al fin se había hablado en aquella habitación donde el sonido de las tazas y el té era lo único que tintineaba. Además de sus respiraciones. Hubo de nuevo un silencio, antes de que Kari dejara su taza en la mesa.

-La correspondiente visita a los otros candidatos.

Tal vez en el fondo esperaba otra respuesta y sintió que el otro lo descubrió cuando prosiguió.

» Aunque todavía no eres aceptado como un candidato, ¿cierto?

Su sonrisa, su endemoniada sonrisa. ¿Lo iba a matar de una vez o solo seguiría torturándolo hasta el golpe final?

-Supongo –fingió indiferencia.

-¿Has logrado algo?

Ahora el silencio vino de su parte. ¿Podía confiar en aquel chico? La última vez que lo hizo termino en la horca.

-Creo que eso es algo que no debería ser de su interés.

Se recompuso cuando se percató que quizás ese chico solo venía a vigilar su progreso, tal vez alguien de su familia le dio la idea. Ve y espía al chico nuevo para saber cómo arruinar sus planes. Dewis estuvo mucho de ese lado del tablero, así que sabía las técnicas para obtener información sin que se dieran cuenta. No le ganarían tan fácil esa partida, apenas estaba comenzando.

-Supongo... -alargó su frase teniendo su mirada fija en la ventaja -, que eso es cierto...

El que se encogiera de hombros hizo que se confundiera. ¿Qué era lo que realmente quería ese chico? No creía que también fuese alguien en su misma situación, así que lo más seguro es que siguiera siendo un niño de doce años, aunque como futuros emperadores, no creía que precisamente tuviera la mente de un niño de doce años.

» Fue impresionante –dijo luego de una pausa -. Lo que hiciste hace seis meses, cuando fuiste declarado un candidato.

Parecía que perdió el interés en la ventana, porque regreso su vista a él, pero en esta ocasión, Dewis tenía el ceño fruncido. No caería en una trampa similar dos veces. Se levantó de su asiento irritado por la situación que tenía delante, no terminaba de entender a aquel chico delante de él.

-Si no tiene más nada que decir, supongo que es hora de que se retire.

-¿Tan rápido? ¿Luego de un viaje de una semana? –a pesar de que se viera como queja, no sonaba así -. Los planes son quedarme una semana.

-¿Qué?

De nuevo no estaba entendiendo lo que pasaba. El otro chico también se levantó, la diferencia de estatura quedaba en evidencia otra vez.

-El emperador ordeno que nos quedemos una semana... Para mejorar la relación entre candidatos, ya sabes... Convivencia.

Aunque lo estaba escuchando no podía creer. ¿Tenía que pasar una semana con ese chico? ¿Por qué?

El candidato al tronoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora