Las caras de la moneda

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Desconocía en qué hora de la madrugada se encontraba, pero aun la oscuridad yacía como su única compañera en la tétrica caminata por el bosque, que con su frío penetraba los sentidos.

Zelda se trasladaba entre las sombras de los árboles, temerosa, pero sin duda en su andar. Sabía que cometía una locura, mucho más su actual estado, que debía haberle avisado a Link lo que sucedía, pero no quería exponerlo a caer en ese pozo de nuevo. Luego de todo lo ocurrido en la época del Crespúsculo ella se sentía lo suficientemente fuerte para defender lo que amaba, mucho más ahora que su familia estaba en formación.

A medida que se adentraba más en el bosque, la regente podía percibir al que la estaba esperando, aquella oscuridad que pensó se había entregado por completo a los brazos de la integridad, de la identidad propia y del amor... sin embargo no comprendía en qué momento las cosas habían cambiado, y necesitaba averiguarlo para encontrar una solución.

Luego de traspasar varios arbustos y matorrales, llegó al lago central del bosque, el que en las mañanas reflejaba belleza, paz y pureza para quien lo contemplase, mas ahora se veía tétrico, frío y nauseabundo, contaminado por el ser que no dejaba de contemplarlo, el que por primera vez veía frente a frente fuera de su inconsciente.

- Llegaste, princesita...

Zelda se encontró de cara con uno de sus peores miedos, el enemigo pasado de su marido, y el de ella también por todo el daño hecho. Lo observó fijamente a los ojos, descubriéndolo más siniestro y turbio... peor que antes.

- Creí que nunca nos volveríamos a ver. – dijo Zelda.

Dark Link observó atento a la princesa, de pies a cabeza. Se dio cuenta que su belleza seguía intacta, mas su atracción hacia ella había desaparecido; ya no sentía los mismos deseos de antes, y aunque quisiera negarlo, conocía bien la razón. Poco después su atención se fue hacia su pequeño vientre abultado, el cual la joven tomó con protección ante su fría mirada. El Guerrero de las Sombras sintió una punzada en el pecho al recordar lo sucedido con Dark Zelda; por más que evadiera, era un tema que lo atormentaba.

- No sé si eres osada o estúpida por haber venido, mucho más en ese patético estado. – dijo el joven, arrogante.

- Mi estado actual no es problema tuyo. ¿Por qué has regresado? ¿Qué buscas? No eres el mismo de antes. – respondió la princesa.

Ante la pregunta de la dama, el renacido villano lanzó una risa irónica, provocando en ella un terrible escalofrió. Sus misteriosas intenciones la tenían en ansiedad inmisericorde.

- La respuesta la sabes a la perfección. ¿O acaso el embarazo te entonteció? – preguntó burlón.

- Vete... ¡Lárgate de aquí! ¡No permitiré que vuelvas a hacerle daño a Link! – amenazó Zelda.

La princesa elevó su mano y apareció el orbe de su energía decidida a enfrentar al villano. Este sólo reía ante la imagen de ella.

- Tanto miedo...

Inmediatamente, ante esas palabras, el orbe de la princesa desapareció, dejándola impactada. No comprendió lo sucedido ante sus ojos.

- ¿Qué...?

- Pobre tonta... Por más que quieras aparentar lo contrario, te mueres de miedo y eso te paraliza.

El impacto de haber fallado en su ataque no le permitió responder, pero en sus adentros le daba la razón. Sentir de cerca su engrandecida malicia la detenía, su corazón se le salía del pecho del terror.

El guerrero sacó su arma bañada de oscuridad, causando que de esta nazca la energía de sus malas intenciones. Sin piedad alguna se lo lanzó a la princesa, causando que esta comience a perder la fortaleza de su cuerpo y caiga de rodillas al suelo. Con poca visibilidad vio como el villano se le acercaba, hasta que lo tuvo cerca de su rostro.

Pasión entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora