Odisea letal

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Como todas las noches, la luz de la Luna embellecía el cielo con su brillo y majestuosidad, arrullando el sueño de todos los habitantes del reino de Mondrule. El ambiente se hallaba en plena calma, sin nada que pareciera perturbarlo... mas eso era lo que se veía a simple vista.

El mal se encontraba acechando desde las profundidades de su escondite, sinónimo de lo prohibido, podrido y oscuro, el cual no se podía siquiera mencionar, el cual no se podía siquiera mirar. El Bosque de Gehena era la guarida que acogía la maldad, la que estaba planeando la siguiente parte de su adorado plan.

- Es momento...

Sus palabras causaron que los tétricos árboles empiecen a temblar ligeramente, hasta que terribles crujidos perturbaron el ambiente, volviéndolo peor de lo que era. El mal observó con satisfacción las formas que empezaran a crearse como producto de sus maldecidos deseos. Ojos bañados en sangre, sonrisas sádicas y frenéticas, garras y uñas destrozantes y lastimeras.

- Ahora si... ¿te conformarás aun con lo que eres?

...

Delia se movilizó entre el abundante y cálido vapor de la habitación, llevando en sus manos algunas toallas y esencias aromáticas para preparar un relajante baño para la princesa. Con toda tranquilidad, las dejó encima de una mesa y se dirigió a la bañera, sin embargo, la imagen frente a sus ojos la dejó por completo enmudecida, lanzando después un grito de casi histeria.

- ¡PRINCESA!

- ¡Delia, me asustaste! – reclamó Dark Zelda.

- Lo... lo siento, princesa. Creí que el baño estaba solo, por eso venía a prepararlo. Veo que usted misma lo hizo, lamento haberme tardado. – dijo la joven, avergonzada.

- No te preocupes, aun no es la hora de mi baño, sólo que quise tomarlo antes. – respondió la regente, nerviosa.

- De todas maneras lo lamento... pero en este momento me pondré a recoger su ropa, a arreglar las estanterías, a...

- ¡NOOO!

- ¿Ah? ¿Está enojada conmigo, princesa? – preguntó, temerosa.

- No, no... claro que no, es sólo que... has de estar cansada, deberías ir a dormir.

- Yo no podré irme a descansar hasta que termine de arreglar todo. Le prometo no importunarla. Usted ignóreme y siga relajándose.

Por más que las intenciones de la doncella eran inocentes y sinceras, sin duda alguna, la princesa no se relajaría de ninguna manera, mucho menos porque en la bañera no se encontraba tan sola como parecía. Dark Link, al observar que la puerta se abría, inmediatamente se escondió bajo el agua, mientras que su compañera desvanecía sus ropas; lo primero que se le ocurrió al guerrero fue hacer aquello, pues esconderse en las sombras habría sido inútil, ya que se arriesgaba a ser descubierto por seres semejantes a él.

Aunque lo disimulara a la perfección, Dark Zelda se sentía sumamente nerviosa al tener a su compañero bajo el agua, temiendo que en cualquier momento se ahogue por estar tanto tiempo conteniendo la respiración. El Guerrero de las Sombras no estaba tan preocupado por eso, pues por su condición, podía soportar un poco más que las personas del mundo de la luz, habilidad que compartía con su contraparte. Le divertía de cierta forma el nerviosismo de su compañera, motivo por el que decidió abusar un poco de la situación, además que tenía pendiente escarmentarla por haberlo desafiado a que no iba a ocurrir nada entre ellos.

Sin ningún tipo de vergüenza o pudor, se aproximó a las piernas de la princesa, colocó su rostro entre ellas y empezó a deleitarse con su placentero centro, besándolo y mordiéndolo con fuerza, pero a la vez delicadeza, deseando de esa forma torturar a la dama. No pasaron muchos segundos para que eso ocurriera, pues ella empezó a suspirar ahogadamente al sentir como era poseída por su amado con la fiereza que tanto le encantaba, pero al mismo tiempo lo estaba odiando por el bochornoso momento que la hacía pasar, pues no se encontraban tan solos en la habitación. Delia, ajena a lo sucedido, seguía arreglando las cosas con calma, hasta que un sonido la detuvo.

Pasión entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora