Juicio quebrantado

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Tres días transcurrieron desde que el pueblo había sido arrasado por las llamas, sumiendo a todos sus habitantes en una terrible desesperación al ver a su amado hogar consumirse por las bajas intenciones de un despiadado ser, quien había causado tal destrucción por el odio a su eterno enemigo, al que quería destruir sin importar nada.

A pesar del dolor emocional debido al sufrimiento de su gente, Link ya estaba más recuperado de sus heridas físicas, las cuales lograron sanar no sólo gracias al buen trato de todos sus amigos, sino de su amada, quien había decidido no irse del pueblo para cuidarlo y protegerlo por si cualquier amenaza volvía a lastimarlo, sabiendo perfectamente cuál era una de ellas. Auru le insistió que regresaran al palacio, pues su larga ausencia podría levantar habladurías por lo que se encontraba en el pueblo de su prometido, ya que no quería que se atrevan a hablar mal de ella, sin embargo, nada de eso le importaba a la joven. Desde que se había enamorado y comenzado a intimar con su futuro esposo, muchas cosas dejaron de avergonzarle o preocuparle. El qué dirán no valía nada para ella.

Cuando el joven héroe empezó a sentirse más recuperado, insistió en levantarse de la cama para apoyar a sus amigos en las pocas reconstrucciones que estaban realizando para levantar su pueblo, sin embargo, Zelda no lo permitió, insistiéndole que se mantenga en reposo hasta que no sienta nada de dolor ni malestar, pues por momentos se mareaba. Transcurrido esos tres días, ya comenzó a sentirse mejor, por lo que la princesa y él decidieron regresar al palacio para comunicar el problema que se había presentado en Ordon, y disponerse a iniciar los preparativos para ayudar a las víctimas.

Auru había enviado a traer una carroza para transportar a los jóvenes, pues así evitaría que en el largo viaje cualquiera de ellos vaya incómodo encima de un caballo, sobre todo Link, quien no debía hacer mucho esfuerzo. El hombre había decidido sentarse al lado del cochero para darle a la pareja privacidad, pues sabía que estos debían estar conversando de muchos temas.

Link se hallaba observando la ventana de la carroza, mientras que Zelda estaba acostada en su hombro, pensativa. Aunque no dijera nada, ella sabía que su amado seguía consternado por todo lo ocurrido, en especial por la pelea a la que tuvo que enfrentarse con el misterioso ente que incendió su hogar, y que sobre todo, trató de asesinarlo. La princesa sólo se limitaba a decirle que olvidara el asunto, pero no podía, no concebía nada de lo ocurrido, pues estaba seguro que aquello se había dado para aniquilarlo precisamente a él. ¿Acaso tenía enemigos? ¿Zant y Ganondorf no habían sido los únicos? Por más que se esforzara por recordar quien más lo odiaba no lograba descifrarlo, pues siempre trató de no lastimar a otros.

El joven siguió reflexionando por algunos minutos, hasta que sintió la suave mano de su amada acariciándole el rostro, tratando de tranquilizar lo abatido que se sentía. Link tomó sus dedos con delicadeza y se los besó, para luego voltearse a mirarla con cariño. Se sentía agradecido de saber que la tenía a su lado en tan duros momento, y que encima de eso le haya ofrecido su ayuda para levantar a Ordon.

- Tranquilo, ya no pienses en nada. Todo estará bien. – dijo la princesa, sonriendo con ternura.

- No puedo hacer como que nada ha pasado, Zelda. Sé que no quieres que me preocupe, pero estoy seguro que aquel con el que me enfrenté cometió tantos destrozos únicamente por mí, porque deseaba mi cabeza. – espetó, furioso.

- Mi amor...

- No me pidas que lo olvide, no puedo. ¿Quién quiere verme muerto? ¿No se te ocurre de quien podría tratarse?

La joven guardó silencio, empezando a tensarse por las preguntas que su amado le estaba haciendo. ¿De qué manera podía lograr tranquilizarlo? Odiaba mentirle, sin embargo, debía hacerlo para no permitir que recaiga en aquel estado de desesperación e ira al que había sido sometido en su letargo por culpa de su contraparte. No quería volver a sufrir el dolor de casi perderlo.

Pasión entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora