Siempre fui una persona muy observadora. Observaba pájaros, árboles, hojas, el cielo e incluso me gustaba contar las pecas de Adrien cuando dormía plácidamente y la luz de la luna se filtraba por la ventana en dirección a su rostro. Pero jamás había sido tan observadora con mi cuerpo hasta que ese pequeño rollito de grasa se salió de mi ajustada blusa. No había cuidado de mi peso ni de mi aspecto físico desde aquella vez que a Adrien se le ocurrió inscribirnos a un gimnasio. El peor mes de mi vida. Pero la convivencia estaba cerca y no iba a permitir que Scott viera mis rollitos en cualquier situación que se presentase.
—¿Crees que desaparezca en tres días?
—Con ocho horas de ejercicio diario —respondió Dua tomando mi rollito frente al espejo.
Fue de esa forma que acepté el entrenamiento de Dua. Ejercicio, abdominales, lagartijas y muchos, pero muchos gritos. El entrenamiento de Dua era digno de programa de televisión, incluso me insultaba y usaba adjetivos calificativos muy ofensivos para dirigirse a mi persona. No era una "gorda" o una "zorra con muchos kilos de más".
—Ya no puedo, Dua —dije entre mi agitación.
—¡Tienes que hacerlo! ¡Scott no te quiere con cuarenta kilos de más!
Habían pasado tan solo dos horas y mi paciencia junto a mi cuerpo, habían sido puestos a prueba de una y mil formas. Mis brazos temblaban y mis piernas no podían sostenerse, por lo que había caído un par de veces cuando intenté huir hacia la puerta. Dua se había esforzado en arreglar la sala para que el entrenamiento fuera perfecto, recorrió el sofá negro hacia un lado y la pequeña mesa de centro estaba cerca del mueble en donde se encontraba el televisor. La suerte de tener pocas cosas era esa, que teníamos un espacio perfecto para un gimnasio en casa.
—¡No estoy pasada de kilos!
—¿Y ese rollito? ¡¿Y ese rollito?!
Di un gran suspiro y seguí con las abdominales. La puerta principal se abrió, Adrien entró con una cara de fastidio y se detuvo cuando me vio tratando de continuar con la actividad entre exagerados gemidos de dolor.
—¿Qué están haciendo? —preguntó con desagrado.
—La convivencia es en tres días y Eileen tiene que bajar muchos kilos.
Adrien rodó los ojos, fue a la habitación y regresó con un espejo. Me recargué sobre mis codos cuando se sentó a un lado de mí y puso el espejo enfrente de mi rostro.
—¿La ves? Ella es la chica perfecta. La chica que va a enamorar a Scott. Y él, se sentirá jodidamente afortunado de que una chica como tú lo haya escogido teniendo a miles de idiotas esperando en la fila.
Dua hizo un puchero de ternura, juntó sus manos y soltó un mudo chillido de emoción.
—Con cinco kilos de más, o cinco kilos de menos, seguirás siendo perfecta.
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Un amor entre letras ✔️
Teen FictionEileen Larsson escribe cartas a cupido ya que nunca se ha enamorado. Está cansada de ver parejas felices y enamoradas. Aconsejada por sus amigos, decide instalar NewBook, dispuesta a escribir acerca del amor y así poder liberal cualquier sentimiento...