Desde que somos pequeños, creemos que nuestra vida tiene etapas. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Viéndolo desde un punto resumido. Recuerdo que Dua hacia castillos de arena en los que, según ella, serían el hogar para su reina y su rey. Adrien se acostaba en el gran agujero que hacía y yo diseñaba una perfecta cola de sirena, a manera que no pudiera salir de ella. Siempre fue así. Dua siguiendo el ciclo de la historia a como debe de ser, Adrien y yo creando nuestro propio ciclo rompiendo alguna que otra regla. Pese a que, ¿quién nos dijo que necesariamente tenemos que casarnos para continuar plácidamente con nuestras vidas? Es algo decisivo, según el punto de vista que mi mejor amigo y yo teníamos. Pero llegó el momento en el que solo Adrien pensaba de esa forma. Veía innecesario enfocarme solo en encontrar al chico perfecto, sin embargo había algo dentro de mí que anhelaba hacerlo.
Sentada en la silla con una pierna arriba y la otra abajo, veía a una pareja de chicos besarse con cariño. Tiernos, adorables, ¡iugh, asqueroso!
—Ahora sé de qué tratará la próxima carta a Cupido —comentó Adrien mientras se sentaba a un lado de Dua. Dejó los pedidos encima de la mesa, cada uno tomó el suyo como león devorando a su presa.
—¿Leíste la nota final?
Se encogió de hombros y le dio un sorbo a su chocolate caliente.
—Adrien, Eileen busca al chico perfecto. Alguien que cumpla todas sus altas expectativas. Que tú te conformes con cualquier cosa que se mueva...
Dua y yo estallamos en risas. Adrien rodó los ojos y se retrepó en la silla. La cafetería estaba llena. Las vacaciones eran tan esperadas como aprovechadas, los turistas iban y venían de par en par, de trío en trío. Miami era un buen lugar para vivir.
—Yo no le escribo a un ser inexistente.
—Concuerdo con él —apoyó Dua.
—Es la única manera en que puedo liberar las emociones acumuladas.
—¿Quieres bajar lentamente de tu nube de falsas ilusiones?
Dudosa, me negué.
—No me importa, te lo diré. —Se acomodó en su asiento y dejó el chocolate encima de la mesa—. Dana escribe en una aplicación llamada NewBook. Escritores novatos presentado historias entretenidas...
—¿Dana escribe? —interrumpió Dua.
—¿Acaso soy el hermano favorito?
Adrien, Dua y Dana, eran hermanos. Dana tenía tan solo once años. Adrien, Dua y yo nos criamos juntos desde que tenemos uso de razón. Prácticamente formaba parte del vínculo fraternal. Y aunque Dua fuera un año mayor que Adrien y yo, no se tomaba el cargo de niñera, pareciendo un poco más inmadura.
—Como te decía. Estoy seguro que en esa aplicación podrás escribir historias que te ayuden a liberal esas emociones y sentimientos. Ya no tendrás la necesidad de escribi...
—¡Entiendo! No tienes que decirlo otra vez.
Saqué la computadora de mi bolso y la encendí. Momentos después busqué la aplicación y no tardé en instalarla. La carga era rápida a pesar de estar conectada al internet de la cafetería. El dueño nos conocía tan bien que no dudó en darnos la contraseña.
—Listo —avisé.
Creé una cuenta con un usuario poco convencional: EileenLrssn.
Las historias destacadas desfilaban en la página principal como modelos en pasarela importante. Pero una portada amarilla con destellos blancos y negros, captaron mi atención.
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Un amor entre letras ✔️
Novela JuvenilEileen Larsson escribe cartas a cupido ya que nunca se ha enamorado. Está cansada de ver parejas felices y enamoradas. Aconsejada por sus amigos, decide instalar NewBook, dispuesta a escribir acerca del amor y así poder liberal cualquier sentimiento...