Dua no era buena en la universidad, pero si se trataba de maquillaje, era una diosa experta en el tema. Dana le ayudaba pasando todo lo que su hermana mayor le pedía. Era el lienzo perfecto para sus maravillas, sentía la suavidad de las brochas y el delicioso olor del brillo labial.
—Estás lista.
Me miré al espejo y mi ceño se frunció al no reconocer a la Eileen natural que estaba acostumbrada a ver diariamente. ¡Una diferente y hermosa Eileen!
—¡Es maravilloso! —Abracé al par de chicas quienes se quejaron de la fuerza ejercida.
—Ahora, tienes que ponerte tu perfecta lencería debajo de este vestido.
—¿Lencería? —preguntó Dana.
—Es para que mi cuerpo se amolde mejor al vesti...
—¡Noche de sexo, Dana! ¿Papá y mamá no te han hablado de eso?
—No tienes pensado hacer eso, ¿o sí? —Adrien apareció de la nada y cerró la puerta de la habitación detrás de él.
—¡Todo es plan de Dua!
Adrien apretó la mandíbula y bajó la cabeza en un gesto de decepción. No pensaba verme como una ofrecida, no quería que Scott pensara que la inteligente Eileen no era lo suficientemente inteligente.
—Lo usaré, pero no en la forma que piensas.
—Yo no soy tu padre. No te puedo prohibir nada.
—¡Por favor, Adrien! ¿Te haces el digno?
—Se trata de Eileen.
—La chica que te gusta —agregó Dana.
Adrien permaneció en silencio, abrió la puerta y salió. Ese viaje no lo estaba tratando del todo bien, era el más afectado por las circunstancias. Lo más impresionante de todo era el hecho que su etapa de mujeriego estaba en pausa.
—No te preocupes por él. Tengo el presentimiento de que esta tarde será el tan añorado encuentro.
Después de terminar con la preparación física, continuó la preparación mental. Dua, Dana y yo meditamos antes de salir de la habitación. Cinco minutos de relajación me servían de mucho antes de entrar a la zona de guerra.
—Son las cinco de la tarde. ¡Ya es hora! —avisó Dua.
Salimos de la habitación y subimos a la terraza. Entramos a la zona de guerra como si fueramos tres protagonistas adolescentes en una película juvenil. Destilando brillo y poder, seguridad y confianza ciega. Captamos la atención de muchos en el lugar, incluso la de Adrien quien decidió vaciar el contenido de su trago nuevamente en el vaso.
—Scott está en aquella esquina.
—Tú puedes, Eileen —agregó Dana con una sonrisa.
Agradecí con la mirada y caminé, repitiendo lo mismo que la primera vez pero con una mejor apariencia física.
—Yo puedo, yo puedo, yo puedo —susurraba. Mi corazón se aceleró a un ritmo descontrolado, lo que me hizo parar y sostenerme del barandal—. No puedo.
Para estas situaciones tenía la suerte de contar con la mejor sabia; La abuela. Saqué mi celular del pequeño bolso y marqué su número. La abuela respondió a los pocos tonos, pero había un gran ruido al fondo que no me permitía hablar.
—¿Abuela?
—Alexander. ¡Alexander apaga la música! —gritó en español. Alex estaba en un gran problema y la abuela no estaba en sus cincos sentidos como para darme un buen consejo.
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Un amor entre letras ✔️
Teen FictionEileen Larsson escribe cartas a cupido ya que nunca se ha enamorado. Está cansada de ver parejas felices y enamoradas. Aconsejada por sus amigos, decide instalar NewBook, dispuesta a escribir acerca del amor y así poder liberal cualquier sentimiento...