Cita

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—¿Vas a salir a cenar con Yibo vestido así?

Zhan miró a su madre y suspiró.
Su madre apenas había hablado de Wang Yibo desde que se había marchado, pero su silencio lo decía todo, por no hablar de su entusiasmo al hablar con las gemelas del "nuevo amigo de su papi".

—Tengo veintinueve años, mamá, no seis, y soy perfectamente capaz de decidir lo qué me pongo, ¿de acuerdo? —respondió Zhan suavemente.

Na Ying le lanzó una mirada ofendida. Evidentemente, los jeans desgastados negros y el jersey de cachemira verde con algunos orificios no le parecían apropiados.

—Dijo que me llevaría a un lugar más cómodo, que no me arreglará mucho, ¿recuerdas? Y además, no sé por qué te ha caído tan bien, ese hombre está interesado en lo mismo que todos —afirmó con rabia—. Y cómo de mí no lo va a obtener, será una velada corta y probablemente desagradable. Dejémoslo ahí, ¿de acuerdo?

—Oh, Zhanie, yo sólo quiero que seas feliz —le dijo su madre, acercándose a él y tomándole de las manos—. Lo has pasado tan mal los últimos años, y un hombre como Yibo, rico, guapo…

—Soltero —añadió Zhan con ironía.

—¿Y qué? —continuó su madre sin inmutarse—. Un hombre como éste sólo aparece una vez en la vida. Sólo digo que le des una oportunidad. Trata de divertirte, y a ver qué pasa.

—¿Qué les pasa a todos últimamente, que les preocupa tanto que me divierta? —preguntó, medio indignado, medio divertido—. Mira, al final de la noche todo habrá acabado. No tenemos nada en común. Un hombre como él no sale con personas como yo.

—Pero es a ti a quien ha invitado a salir esta noche —apuntó Na Ying—, y eso después de lo que hiciste durante la comida. Está claro que le interesas —declaró triunfante.

—No te hagas ilusiones, mamá. Además, yo no quiero una pareja. Me gusta mi vida de ahora.

Su madre le soltó las manos sin decir nada, pero un elocuente resoplido habló por ella.

—Llevaré el celular encendido, si necesitas cualquier cosa, llámame. Si Lusi empieza a toser, la medicina está en el velador. Y si tienen sed, no les des jugos, sólo agua…

—Por Dios santo, Zhan, tan sólo ve y diviértete —le aconsejó Na Ying, algo irritada—. No es la primera vez que me quedó sola con las gemelas. Eres algo más que padre de tus hijas, y eso no significa que las quieras menos. Eres joven, tienes mucha vida por delante. Ya es hora de que dejes atrás el pasado.

Un toque en la puerta de entrada anunció que Wang había llegado. A Zhan le pareció gracioso ver a su madre casi al borde del pánico, pero él también se puso nervioso. Tomó aire y abrió la puerta, y entonces el corazón le dió un vuelco. Yibo estaba impresionante. En vez de traje, llevaba una gruesa chaqueta de cuero negra y unos jeans también negros, que acentuaban su atractivo juvenil. Zhan advirtió que se había afeitado de nuevo y la idea de que lo había hecho por él lo hizo estremecer.

—¡Hola! —saludó él, sacando un ramo de rosas blancas de su espalda—. Éstas son para tu madre.

A continuación, sacó del bolsillo de la chaqueta una caja transparente con un collar y un colgante en forma de oso con unos cuantos brillantes.

—Y ésto es para ti —murmuró, colocando la caja en sus manos.

Zhan le dió las gracias sin mucha convicción. No quería que él le regalará nada, ni mucho menos algo tan por lo visto costoso.

—Entra un momento, voy por mi chaqueta —dijo Zhan.

Dejó a su madre disfrutando de las rosas mientras él subía a su cuarto y se colocaba el collar, ya que lo usaría en modo de cortesía y agradecimiento.
Ya habría una oportunidad después para devolverle el costoso regalito a Wang sin que estuviera su madre presente.

Eve Of SmilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora