Ramo de flores

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—¿Cómo estuvo tu cita?

Zhan esperaba que su madre estuviera dormida, teniendo en cuenta que era la una de la madrugada, pero nada más abrir la puerta del dormitorio que compartían, ella encendió la lámpara del velador. Él agradeció la idea de haberse puesto el pijama en el baño, así podría acostarse rápidamente.

—Bien —contestó, metiéndose en la cama y girándose hacia la pared—. Buenas noches mamá.

—¿Es eso todo lo que vas a decirme? —preguntó su madre en un susurro, pero no por ello con menos intensidad.

—Mamá, tengo que levantarme a las seis y mañana tengo un día terrible. Ha sido una velada agradable y ahora estoy en casa, ¿de acuerdo?

—Sólo dime una cosa…

—¿Que cosa?

—¿Vas a volver a verlo?

Era la pregunta del millón. Zhan respiró hondo.

—No.

—¿Por qué? —preguntó Na Ying, angustiada.

—Porque no me lo ha pedido. Y ahora, necesito dormir. Buenas noches, mamá.

Sabía el esfuerzo que debía de haberle costado a su madre no seguir preguntando, pero realmente necesitaba descansar. Sin embargo, no podía conciliar el sueño, no paraba de recordar cada momento desde que Yibo había ido a buscarlo. Había sido una cena maravillosa. Según había avanzado, se había ido encontrando más a gusto. Yibo había sido un acompañante divertido y fascinante. Zhan se obligó a hacerse el dormido, pero cada célula de su cuerpo reaccionó al recordar su imagen, lo que había dicho, la forma en que lo había hecho reír a pesar de su determinación de no divertirse.
Los cinco platos, servidos por un sonriente Han-Ge, habían sido cuál más delicioso que el otro, pero la estrella fue el postre más espectacular que él había visto nunca... un mousse de fresas con fresas frescas rebanadas, decorada con chocolate negro y salsa de vainilla.

Pareces un niño en una tienda de dulces —le había dicho el menor con su aterciopelada voz y un tono suave y hasta tierno.

Luego habrían seguido hablando de todo tipo de cosas durante el café y una copa, además había tenido que recordarse constantemente que aquél era Wang Yibo, el enemigo, porque había sido...

¿Como describirlo?
Increíble. Maravilloso. Mágico.

Cuando Yibo llamó al taxi, sabía que lo hacía porque no quería conducir bebido, pero intuyó que la otra razón era aprovechar el tiempo junto a él. Se había dicho a sí mismo que no volvería a dejar que lo besara de nuevo, pero en cuanto se acercó en el asiento trasero del taxi, él se derritió en sus brazos.

Zhan se obligó a quedarse quieto, aunque lo que deseaba era moverse. Era un completo idiota, pensó al recordar su propia debilidad. Y además Yibo no le había pedido que se vieran de nuevo.
El problema estaba en que era tan seductor, con la firmeza de sus labios, el olor de su piel, su fragancia masculina...
Al principio lo había besado como si probara algo muy dulce y caro, rozando sus labios delicadamente hasta que despertó su deseo y se rindió a el menor. En la penumbra del asiento trasero, lo había llevado hasta límites donde él nunca había llegado antes, tan sólo besando la piel más sensible de sus orejas, su cuello… Zhan se daba cuenta de que Yibo había sabido leer su cuerpo perfectamente, ¿por qué entonces no había dado un paso más? ¿Habría sido sin duda por el conductor?

Su deseo calaba por todos los poros de su piel, pero el castaño no había hecho más que acariciarlo y besarlo. Era cierto que estaban en el taxi, pero ni siquiera había rozado su torso. Y al llegar a su casa, se habían despedido muy civilizadamente. Pero era mejor así, ya que no quería volver a verlo, se mintió a sí mismo.
Tenía que dormir algo. Respiró profundamente y apartó esos pensamientos con una técnica de relajación que había perfeccionado durante la última época que vivió con Ayanga. Le llevó más tiempo del habitual, pero poco a poco logró conciliar el sueño.

Eve Of SmilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora