Tensión

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Zhan se le quedó observando mientras se preguntaba qué tenía ese hombre que lo hacía reaccionar con ese rechazo impropio en él. Hasta que apareció Wang, él se las había arreglado bien con los hombres. Sobre todo, la experiencia de crearse una nueva vida y un futuro para él y su familia le había hecho ver que no necesitaba a una pareja.
Había ganado confianza y respeto por sí mismo.

Yibo terminó el trozo de pastel y se limpió la boca delicadamente.

—Tu madre es una cocinera excelente. Hacía mucho que no comía un pastel de chocolate tan rico, y además con el hambre que tenía…

A Zhan no le pasó desapercibido la indirecta, pero lo ignoró. Tenía que hacer que se fuera de allí ya, y si para ello era necesario disculparse, lo haría. Tragó saliva, mientras trataba de lograr el tono adecuado, frío, sereno y sin mucha culpa.

Pero al levantar la vista y observar su expresión de prepotencia, cambió de parecer.

—Me gustaría que saliera ahora mismo de mi casa, señor Wang —le pidió con el corazón acelerado.

Él cruzó los brazos por delante de su pecho, se acomodó en la silla y lo estudió con interés, igual que había hecho en el restaurante.

—Estoy seguro de que le gustaría, señor Xiao —contestó.

Zhan advirtió que había enfatizado la palabra "señor", para remarcar que no le hacía gracia aquel distanciamiento.

—Dígame —continuó él, como si no hubiera escuchado su petición—. ¿Cómo abandonó el restaurante sin que yo lo viera? Sé que no fue por la cocina.

Zhan parpadeó. Creía que quien hubiera ido a buscarlo se habría imaginado cómo había salido, pero, si no era así, él no pensaba hablar de su vergonzosa escapada. Se encogió de hombros.

—¿Y eso qué importa? —preguntó, tratando de sonar aburrido.

—Pues a mí sí me importa.

Su voz sonó grave y dura y, por primera vez, Zhan advirtió su indignación, lo que le produjo una inmediata satisfacción.

Wang percibió algo, porque le apresuró.

—¿Y bien? No pienso irme hasta obtener una respuesta.

—Me escape desde una de las ventanas de servicios —admitió él calmadamente.

Hubo un largo rato de silencio y entonces Yibo se echó a reír. No de forma sarcástica ni prepotente, sino una auténtica carcajada de diversión, que tomó a Zhan por sorpresa. Intentó mantenerse serio, pero su risa era contagiosa, si bien era cierto que se estaba riendo de él, y todavía sonreía cuando Yibo volvió a posar la mirada sobre su rostro.

—Apuesto a que nunca le había pasado algo así, y además con ese shorts —dijo, aún con el eco de la risa—. Ha tenido suerte de no rasmillarse.

Xiao asintió, pensando en sus rodillas.

Él continuó.

—¿Y realmente prefirió salir por una ventana antes que comer conmigo?

Había parado de reírse, y algo en su voz hizo enrojecer a Zhan.

—No me gusta que me engañen —respondió titubeando.

—¿Y si no te engañan?

Zhan sintió un escalofrío por la espalda. Yibo se acercó y él sintió que su cuerpo se tensaba, a pesar de ser un poco más alto que Wang se sentía pequeño al lado de aquel hombre alto y musculoso.

—Ya le he dicho que no acostumbro a salir con hombres.

Por él, hubiera dado un paso atrás, pero como Wang no lo estaba tocando, le pareció algo estúpido, además de que igual provocaba un malentendido.

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