Madre a hijo

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Con su madre y Han presentes, a Zhan no le fue difícil interpretar su papel el resto de la noche. Mencionó, casualmente, que las gemelas tenían una invitación para asistir al cumpleaños de una amiga en unos días, por lo que era mejor que volvieran a casa cuanto antes. Estaban muy agradecidos por la generosidad de Yibo, enfatizó él calculadamente, pero no querían seguir incomodándo, ahora que se habían recuperado y todo volvía a la normalidad.

Yibo había sonreído, pero sus rasgos se habían endurecido tanto como su mirada, y él prefirió evitar su mirada el resto de la noche.

A las once, cuando su madre anunció que iba a acostarse, Zhan se unió a ella. Acababan de subir las escaleras cuando Na Ying se giró hacia él.

—Muy bien, ¿cuál es el problema? —le preguntó—. ¿Han discutido o algo así?

—Más bien, algo así.

—¿Por qué? —susurró su madre—. Hemos estado juntos todo el día, ¿cuándo han discutido?

—No hemos discutido, es sólo…

No sabía cómo explicarlo, pero sabía que, dijera lo que dijera, su madre se pondría del lado de él.

—¿Es solo qué?

—Yibo no busca una relación —explicó en voz baja—, y no quiero que las gemelas se confundan y sufran cuando Yibo desaparezca de mi vida. Le están tomando demasiado cariño.

—¿Quién ha dicho que va a desaparecer de tu vida? —preguntó Na Ying.

—Yo. Yibo. Oh... —se detuvo y lanzó una mirada irritada a su madre—. Ha dejado claro que sus intenciones son estrictamente deshonrosas, ¿de acuerdo? Unas semanas o meses de diversión y cama, y luego adiós sin ningún remordimiento. Así es como ese hombre funciona. Me lo avisó cuando empezamos a vernos, por si quieres saberlo.

—¿Y aun así aceptaste salir con él? —preguntó Na Ying sin ninguna expresión.

—No exactamente. Wang no acepta un no por respuesta, así que insistió en que saliéramos sólo como amigos. Yo le dije que era una locura, pero…

—¿Te acuestas con él?

No era propio de su madre preguntar algo tan personal.
Zhan se le quedó mirando sorprendido.

—No, no me acuesto con él.

—Pero te gustaría —afirmó ella.

—¡Mamá!

—Es un deseo perfectamente natural, Zhan, tú ya eres un hombre maduro —dijo mientras lo tomaba del brazo—. Entra en mi cuarto un momento, cielo. Quiero hablar contigo tranquilamente de madre a hijo.

Zhan dudó unos instantes. Estaba agotado por todas las emociones del día y lo que menos le apetecía era hablar de Yibo con su fan número uno.

Pero aceptó.

Una vez en la habitación, se sentó en una de las sillas junto a la ventana.

—¿Y bien?

Sabía que su tono no era muy acogedor, y esperaba que su madre captará la indirecta. Na Ying se sentó en una silla frente a él, y comenzó.

—Desde fuera, así es como lo veo. Se conocen, él va detrás de ti, incluso después de descubrir que tienes una familia. Te deja claro que te desea y, como tú dices que así no quieres seguir viéndolo, te ofrece que sean sólo amigos —se detuvo y arqueó las cejas—. Una amistad difícil de definir, estoy segura, pero él no presiona para lograr su objetivo, ¿verdad?

Zhan asintió.

No necesitaba aquello.
De veras no lo necesitaba.

—Tú caes enfermo y él nos traslada a todos a su casa a pasar las navidades, y además hace un grandísimo esfuerzo para que las niñas tengan las mejores fiestas, dadas las circunstancias. ¿Sigo, bien?

Eve Of SmilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora