Capítulo 23: Crecer.

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Teddy y Nix se separaron en medio de una salvaje tormenta, el cielo pareció empatizar con los sentimientos de ambos muchachos, rotos y con los rostros cubiertos de lágrimas. El vacío en sus pechos creció conforme la menor se alejó en la oscuridad, dispuesta a permanecer en una prisión que no se merecía. El rubio se quedó allí, en medio del torrencial, junto a su corazón destrozado y el sabor de su mejor amiga entre los labios.

Se extrañarían demasiado.

La joven regresó a la habitación, dejando pequeños charcos de agua a su paso. Theo seguía recostado en la cama, no obstante, esta vez tenía los ojos abiertos y la analizó de pies a cabeza con una indescriptible mirada. Pudo haberle mentido sobre dónde había estado, pero no lo hizo. Se sentó de espaldas a él, totalmente húmeda por la lluvia, y subió sus piernas a la madera del somier de forma que las rodillas tocaron su pecho. El silencio los cubrió y solo la suavidad de sus respiraciones hablaron entre sí.

El resto de la amarga noche transcurrió lentamente, como si los minutos fueran horas. Theo podía escucharla llorar a su lado, desconsolada por un futuro incierto. Nix quería escapar con Teddy, abrir sus alas de una vez por todas y volar tan lejos que nadie volvería a hacerle daño. Pero ambos sabían que era imposible, pues, el mafioso ya había hecho un trato inquebrantable con una persona que conocía muy bien.

A Nix le hubiera gustado afirmar que volvió a ver a Teddy, tristemente, no fue así. Una semana más tarde, Kassiel la visitó para entregarle la noticia de que su hermano y Robert habían huido del país, corriendo lejos de sus propias celdas y dejando todo atrás. No supo que decirle al adulto, entre olas de rabia y tristeza, ella se encontraba allí por su culpa y, ahora, vivía sóla en el inmenso mundo. Desde su corazón les deseó suerte y no salió de la cama durante varios días, enferma. Theo les pidió a todos que no la molestaran hasta que se sintiera mejor. Necesitaba acostumbrarse, aunque, quisiera morirse en aquel claustrofóbico lugar.

Con el tiempo regresó a su actitud fría y tímida, comenzó a ayudar en el hogar y, ante la petición del mafioso, se esforzó, junto a Katia, en traer dinero a casa para pagar las facturas , ambas eran las mayores entre las muchachas, por lo que ya habían estudiado suficiente como para volver a la escuela y debían ayudar en la economía del negocio.

Aunque Theo fuera bastante importante en el gobierno, solía gastarse todo su sueldo en droga y apuestas. Cada vez que Nix se encontraba a solas con el adulto, lo miraba detenidamente, y se fijaba en lo destruido que estaba por las ilegales sustancias, además, cuando la rabia se esfumaba de sus venas y este dormía, le quitaba el oloroso cigarro de los dedos y le escondía los caros alucinógenos.

Lo odiaba, pero sentía un profundo agradecimiento hacia él por salvar a los Lakes de la ruina. Theo les buscó un buen trabajo a Jonan y Tom en la ciudad, mientras que Bella iba a un prestigioso instituto donde parecía visiblemente contenta.

¿Por qué lo sabía?

Había estado espiándola desde lejos.

Su curiosidad pudo con ella y, escabulliendose dentro del despacho de su raptor, buscó los documentos de su matrícula. La fotografía de su hermana apareció ante sus lagrimosos ojos, la dulzura y simpatía de su personalidad escapó  del trozo de papel, haciéndola sentir que su sacrificio valía la pena. Quiso poder abrazarla, pero, su realidad se lo impidió. Tan sólo fue capaz de investigar la dirección del instituto y, mientras vendía jabón casero por aquella calle, la admiró sentada con un grupo de chicas de su edad, riéndose. Sonrió para ella misma, feliz por verla tan contenta.

Se cuestionó si seguía recordándola.

Por otro lado, Teddy no tardó en volver a pronunciarse.

Mientras repartía la cena a los compañeros de Theo, la televisión captó su atención. Una mujer de cabello blanco y de aspecto increíblemente hermoso recitaba a la perfección las novedades del día, sonreía tan falsamente que le revolvió el estómago a la muchacha y tuvo que bajar la mirada hacia el vaso que estaba llenando de alcohol. Sin visualizarla, la voz de la periodista inundó sus oídos.

El nuevo campeón de la carrera de cien metros del distrito Kroptem, Teddy Goldberg.

Su corazón dejó de latir, sus acciones se detuvieron en pleno movimiento y escuchó como la jarra de vino se rompía en mil pedazos sobre la mesa. Ni los gritos de Clay pudieron borrar su incredula sonrisa, el sudoroso cabello rubio del atleta sustituyó a la mujer, su expresión de victoria lo embellecía tanto que a la joven le costó apartar la mirada de la pantalla, sintiendo como el adulto la apretaba el brazo con rabia.

—¿Y cómo te sientes?—Cuestionó la entrevistadora, casi igual de atractiva que la anterior.

—Bueno, la verdad es que es mi primera carrera profesional y... Me gustaría agradecer a alguien muy importante para mi. —Comenzó, su lejanía depronto se sintió muy cercana, como si volviera a estar frente a ella, diciéndole que todo iría bien si confiaba en él.

—Maldita zorra, mira cómo me has puesto.—Reguñó el hombre, zarandeándola para que reaccionase de una vez.

—Oh, pues claro, adelante...

Los ojos negros de Teddy miraron fijamente a la cámara, temblando de los nervios y el esfuerzo que había puesto sobre la pista de atletismo. Su ternura le acarició cada poro de la piel y, como si estuviera hablándole sólo a Nix, dijo:

—Piernas palillo, no sé si estarás escuchándome.—La cocina se quedó completamente callada, Katia frunció el ceño mientras que limpiaba el desastre con rapidez. La nombrada asintió incoscientemente. —Pero quiero que sepas que no me he olvidado de ti, te quiero y pronto cumpliré mi promesa, sólo esperame...

Las lágrimas de felicidad recorrieron el pálido rostro de Nix y notó como sus mejillas enrojecian de emoción conforme Teddy desaparecía de la imagen.

Aún pensaba en ella.

Aún tenía a alguien.

Una bofetada la sacó a rastras de su burbuja de alegría, la intensidad del ataque provocó que cayese al suelo y experimentó el fuerte dolor de los cristales clavandose contra su piel. Jadeó, aterrizando en el presente, en la miseria de su prisión. Katia soltó una fuerte exclamación y la levantó con cuidado de que no se clavase ninguno más. La mirada de asco de Clay asustó a ambas chicas, extendió su mano, dispuesto a volver a golpearla, pero esta vez el brazo de Theo lo detuvo.

—¡No vuelvas a tocarla!—Exclamó y sacó su ira por primera vez.

Nix se escondió en el arco del cuello de Katia, abrumada por el dolor de sus piernas y manos. No sabía cuantos cristales se había clavado, ya que era incapaz de bajar la mirada hacia ellos.

—Mírate Theo...—Rio su compañero, sin temerle en absoluto.—Estas chicas van a acabar contigo, necesitas dinero. ¿No? Pues déjame que las lleve a un burdel...

El puño del mafioso impactó contra Clay y le rompió la nariz, no detuvo sus golpes cada vez más furioso. La sangre se mezcló con el vino de su ropa, dejando a todo los presentes estupefactos. La afectada dio un paso hacia delante para detenerlo, colocó una mano en su musculosa espalda y este giró el rostro hacia ella.

—No lo hagas, por favor.—Le suplicó con el terror brillando en su iris. Aquella petición fue suficiente para que Theo cambiase su compostura, rodeó el antebrazo de Nix y la obligó a andar hacia su despacho.

La joven esperó cualquier tipo de degradación, no obstante, el mayor sacó un botiquín y comenzó a curarle las heridas con todo el cuidado del mundo. Apretó los labios, fijándose meticulosamente en sus gentiles acciones, y comprendió que Theo no era tan malo como pensaba. Le regaló su sonrisa más sincera cuando terminó y, dejando su orgullo a un lado, tomó su mano lastimada por la pelea.

—No hace falta.—Gruñó al sentir como Nix pasaba un algodón impregnado de alcohol por sus nudillos.

—Me da igual. Seguro que te dolerá más tarde y no quiero sentirme culpable.

Aquellas palabras fueron suficientes para que Theo le guardase un pequeño hueco en su corazón.

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⏰ Última actualización: Sep 05, 2021 ⏰

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