El entrenamiento en el gremio era bastante duro. Los primeros días habían estado repletos de ejercicios agotadores, los cuales provocaron dolorosas agujetas en Nix, no obstante, el dolor y el cansacio de su cuerpo no fue suficiente para que la joven tirase la toalla.
Nix estaba entusiasmada con formar parte del grupo de atletismo, no sólo por tener la oportunidar de hacer aquel deporte que amaba, si no, por la fuerte competitividad que sentía contra Teddy. El joven, quien parecía ser el mejor deportista del mundo ante los ojos de la única fémina del grupo, se encargaba de que aquel sentimiento de rivalidad creciera en ella.
Al principio había tratado de molestarla con sus acciones. Cada vez que practicaban una carrera, este solía detenerse en seco y dejarla ganar, otras veces, le daba un pequeño codazo al comienzo para distraerla. Se reía de Nix y, esto, la mantenía en vela por las noches. Era cierto, la adolescente tenía muy mal perder, sin embargo, se esforzaba continuamente para demostrarle que llegaría a ser mejor que él.
Tom se reía de la actitud irritada de su hermana cada vez que Teddy corría. La muchacha siempre se mantenía atenta a sus acciones, asombrada por su increíble rapidez, y apretaba los labios con fuerza. En el fondo, lo admiraba con toda su alma.
Su peculiar enemistad se esfumó cuando Optilium organizó una gran carrera por la visita del lider a Winterseint. Como era obvio, las mujeres no podían participar, por lo que Nix tuvo que aguantar el disgusto en su interior y encerrarlo en un pequeño espacio de su alma.
Todos sus compañeros se habían inscrito, por lo que, abrumada, se dedicó toda la semana a verlos entrenar. Sus nervios revolucionaban el pequeño campo de carreras y el viento desordenaba sus cortos cabellos al unísono de las suelas de sus deportivas.
Nix suspiró mientras salía del pequeño garaje de Kai, su ropa de deporte había sido reemplazada por el uniforme escolar y en su mochila descansaba un folleto con información sobre la competición. Su mirada se encontró con lo ojos rasgados de Teddy en el exterior, observandola con su característico porte soberbio y serio. En una de sus manos sujetaba fuertemente una carpeta gris, la cual no tardó en extender hacia el rostro de la estudiante.
—¿Qué es?—Preguntó tomandola a petición del mayor. Sus dedos la recorrieron y, guiada por su curiosidad, la abrió para ver su interior.
—Tu nueva identidad.
Tuvo que pestañear varias veces ante el regalo del corredor, abrumada por el detalle y emocionandose conforme se iba percatando de lo que había hecho por ella. Acarició el papel con una eufórica sonrisa y releyó repetidamente la inscripción.
—No mereces quedarte fuera de la competición, piernas palito. —Sentenció y rebuscó en su bandolera. Sacó una gorra y se la lanzó. Nix la captó al vuelo con el corazón latiendo rápidamente por la ilusión.
—¿Cómo me has apuntado?—Trató de que su voz no temblase, sintiendo que estaba apunto de llorar de felicidad.
—Le cogí prestada la identificación a un amigo —confesó y se giró sobre sus talones, dispuesto a irse —. Procura parecer un chico, bueno... aunque ya estes igual de plana que uno.
La alegría de Nix se evaporizó y frunció el ceño, notando como sus mejillas se volvían rojas de enfado. Quiso ir tras él, pero como era de costumbre, se marchó como la velocidad de la luz.
Cuando su cabellera rubia desapareció de su vista, suavizó la expresión e, incapaz de evitarlo, abrazó la carpeta contra su pecho. Feliz.
Tom colocó una mano en su hombro, apareciendo repentinamente tras ella, y observó el camino por el que Teddy se había fugado. Nix levantó la vista, captando su expresión divertida.
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Liberty
Ciencia FicciónLa guerra nunca es fácil y Nix, rodeada de sangre, lágrimas y bombas, luchaba por ocultar un gran secreto.