El ataque de ansiedad de Nix marcó un antes y después en su vida. Con él había llegado a la cima de sus problemas y necesitaba un cambio. No quería ser más aquella niña asustada que vivía pérdida en un mundo de mentiras, deseaba tener su propia perspectiva de la vida y alejarse de Optilium en cuanto consiguiera una oportunidad.
Y la resistencia podría ayudarla más de lo que pensaba.
Pasó el resto de semanas acudiendo a las reuniones secretas junto a Jonan y Tom, actuó como su padre adoptivo le pidió, primero escuchando y más tarde dando su opinión sincera. El tiempo hizo que se diera cuenta del increíble lavado de cabeza que tenía, las cosas que había pensado que eran lo mejor para su vida comenzaban a desmontarse por sí solas.
La sociedad deseaba ser libre.
Y ella también.
Aunque la vida se empeñase en dañarla.
Las cosas en el instituto no mejoraban, habían pasado de ignorarla, tras plantarle cara a Anna, a tirarle papelitos con la misma palabra: traidora. Nix trataba de no prestarles atención y miraba por la ventana, suplicando que todo terminase de una vez.
No le gustaba odiar a nadie, pero Anna se esforzaba demasiado en enfadarla. No obstante, todo cambió cuando, tras quedarse limpiando el aula, descubrió lo que la rubia soportaba sobre su espalda.
Anna tenía demasiadas amigas y, ante los ignorantes ojos de cualquier aldeano, podía considerarse la mujer modelo de Optilium: rica, hermosa, dispuesta a convertirse en una gran esposa y sobretodo, lo que la educación más remarcaba en las muchachas, virgen.
Nix siempre había tenido un complejo con aquello, tras los abusos de Layton a una temprana edad, perdió la pureza que conservaban sus compañeras como un tesoro. Nadie lo sabía, sin embargo, desde que le quitaron la custodia al pintor el orfanato le había dejado claro que nadie iba a quererla por ello.
Que tenía que tener la boca cerrada.
Tal y como la rubia lo estaba.
Las luces del instituto estaban completamente apagadas y tan solo la anaranjada luz del atardecer iluminaba los largos pasillos del instituto. Nix era la última en marcharse para barrer la basura del suelo, por lo que, en completo silencio y acompañada de sus profundos pensamientos, se dedicó a hacer su trabajo.
Todo estaba tan tranquilo que no se preocupó por la hora y, al dejar la escoba en la habitación de limpieza, pasó por delante de una de las aulas. Sus oídos captaron unos suaves jadeos que salían del interior y, siendo víctima una vez más de su curiosidad, se asomó por la pequeña rendija de la puerta.
Su respiración se detuvo al reconocer a la dueña de aquellos sonidos, rota, semidesnuda y abrazandose a si misma mientras que un profesor le sacaba fotografías con una cámara. Nix apretó los puños, sin ser capaz de marcharse y dejarla allí sola.
Abrió la puerta sin temor y, sorprendiendo a ambos, caminó rápidamente hacia el hombre, quien se echó hacia atrás en un autoreflejo. La adolescente, actuando conforme su rabia la invadía, tomó su cámara fotográfica y la lanzó contra la pared, rompiendole en pedazos.
—¡Eres un pervertido!—Le gritó.
—¿Estás loca?—El profesor la empujó hacia atrás, furioso por que hubiera destrozado algo tan caro como aquello.
Anna se vistió rápidamente, temblando de miedo y vergüenza. Nix se alejó de él para que no la tocase y fue hacia la aterrorizada joven. La abrazó para hacerle saber que estaba allí. No le importó todo el daño que le había hecho, ciega por la empatía.
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Liberty
कल्पित विज्ञानLa guerra nunca es fácil y Nix, rodeada de sangre, lágrimas y bombas, luchaba por ocultar un gran secreto.