Gaya le preparó la cama con una pequeña sonrisa en el rostro, tenía unos dieciséis años, no obstante, su pequeña contextura física le hacía parecer mucho más pequeña. Tenía una piel bronceada, al contrario que Teddy quien era tan pálido como un papel, y su cabello castaño se recogía en una desastrosa trenza.
-Si necesitas algo puedes llamarme.-Le indicó mientras giraba sobre sus talones y le dedicaba una dulce mirada.
Nix asintió mientras se dirigía hacia el colchón entre torpes pasos, se había hecho daño en el tobillo y le costaba demasiado apoyar el pié. No se atrevió a decirlo, avergonzada por que estuvieran atentos a ella. Gaya le dedicó un tímido buenas noches antes de abandonar la pequeña habitación y la dejó sola en medio de la ocre luz de una vela.
Los ojos de la adolescente recorrieron el dormitorio, algo asustada por tener que pasar la noche sola. Habían transcurrido años desde que lo hizo por última vez y la experiencia no fue nada bonita. Se abrazó a sí misma, tratando de darse algo de calor y sentirse protegida.
Pero no ocurrió ninguna de aquellas dos cosas.
El frío que sentía no era por culpa del ambiente, si no, por caer de golpe en la realidad. Había metido la pata hasta el fondo, acababa de ayudar a una traidora delante de casi toda la aldea y ahora estaba completamente segura de que la señalarían como a una más. Se tocó el pecho, su corazón latía tan rápido que pensó que iba a escapar de su tórax en cualquier momento.
Se levantó, incapaz de estar sentada más tiempo, y comenzó a caminar de un lado a otro por el dormitorio. ¿Por qué lo había hecho? Sus manos comenzaron a sudar y el pánico la cubrió como una sábana. Intentó tranquilizarse, aplicando los ejercicios de respiración que su antigua psicologa le enseñó para cuando la ansiedad se adueñaba de su cuerpo, y pegó la espalda contra la puerta.
Perdió la noción del tiempo, centrándose en calmarse, y dejó que los pensamientos se disolvieran en el aire, poco a poco y cada vez más lejos. No quería sufrir un ataque de pánico y menos en un lugar donde podían escucharla.
Cuando consiguó que su corazón volviera a latir con normalidad, salió del cuarto en busca de agua para disolver el nudo de su garganta. Descendió costosamente por las escaleras, pegándose a la barra de madera y tratando de hacer el menos ruido posible.
No obstante, se percató de que por mucho ruido que hiciera nadie le prestaría atención. En la cocina se reunía toda la familia, cenando junto a un grupo de personas desconocidas, Amalia bebía de un vaso de vino y hablaba sobre algo incomprensible. La curiosidad jugó en su contra, puesto que, mirando a través de la semiabierta puerta, reconoció a la perfección la figura que estaba sentada al lado de la mujer, Jonan Lakes.
Frunció el ceño, sin entender que hacía allí, el toque de queda ya había comenzado y si algún militar se enteraba de la pequeña reunión, sería capaz de matarlos a todos.
Una delgada mano se posicionó sobre sus labios y la empujó hacia atrás para que no se percatasen de su presencia. Nix se revolvió, aterrorizada por el repentino acto, y se giró bruscamente para ver su cara. La sonrisa de Robert la tranquilizó un poco, aún así, la confusión la mantuvo en alerta. El pelirrojo colocó un dedo sobre su boca para que no hiciera ningún sonido y, tomando su mano, la guió hacia el cuarto de baño. Cerró la puerta tras él y volvió su tranquila mirada hacia Nix.
-¿Qué haces aquí?...
-Trabajar.-Contestó rápidamente y pegó la espalda contra la pared, de aquella manera podía analizarla completamente. Hizo una mueca al ver los resultados de la paliza, preocupado por su mal estado.
-No te entiendo.-La menor parecía tan alterada que Robert tuvo que tomar ambas de sus muñecas, acariciandolas de forma que dejasen de temblar.
-Varios miembros de la resistencia han muerto, Nix- intentó explicarselo, la intranquilidad en los ojos de la nombrada provocó que se le revolviese el estómago-. Alguien debe hacer su trabajo.
La adolescente apartó la mirada inmediatamente, experimentando una sensación de incredulidad. Se sintió fuera de lugar, como si le hubieran estado ocultando la verdad desde un principio. Y en efecto, así había ocurrido. Jonan era miembro de la resistencia, por lo que estaba claro de que no se lo iba a contar.¿Quién en su sano juicio confiaría en una niña a la que le habían lavado el cerebro? Comenzó a cuestionarse si aquello era lo único que le estaban ocultando. El pánico regresó a sus entrañas y se soltó del agarre de Robert, mirándole directamente a los ojos.
-Mi padre...-La impresión de que el suelo giraba bajo sus pies la invadió.
-Tranquila -la ayudó a sentarse antes de que se desplomase en el suelo-, él solo falsifica documentos -Nix palideció, aquella situación le superaba de sobremanera-. No sé porqué te sorprendes, niña. Tú misma trataste de ayudar a una traidora, además, también lo hiciste conmigo. Haces cosas que Optilium condena, es hora de que abras los ojos y analices si es cierto que el gobierno es bueno para nosotros.
La dureza en sus palabras provocaron que la menor clavase su vista en él, el iris verde del muchacho intentaba hacerle entrar en razón, no obstante, tenía algo clavado en el pecho que no se lo permitía.
-Pelirrojo-la voz de Teddy la interrumpió antes de que le respondiera-, Jonan te va a llevar a casa. -Le informó sin entrar.
Nix se armó de valor y, omitiendo la mirada suplicante de Robert, abrió la puerta furiosa. Teddy apretó los puños al darse cuenta de la angustiada joven, quien trató de abrirse paso hasta la reunión. El rubio intentó detenerla, no obstante, ya se encontraba a la vista de todos.
Jonan se calló en el momento que notó la figura delgaducha de su hija e, incorporándose rápidamente, buscó la forma de darle una sincera explicación. Trató de poner una mano en su hombro para que lo dejase de fulminar con la mirada, pero esta lo esquivó.
-Me lo has estado ocultando.-Le reprimió, atónita por todo lo que estaba ocurriendo. Jonan volvió a intentar colocar sus manos en los hombros de la nerviosa chica y se llevó un agobiado empujón por su parte. -No me toques, sabes que no me gusta que lo hagáis.
Gaya se posicionó a un lado de Teddy, asustada por la situación, el mayor pasó un brazo por su cintura y la abrazó para que no se alterase. Por otro lado, Amalia se acercó a Nix queriendo calmarla.
-Nix, respira. -Le pidió la mujer cuando notó su hiperventilación. La nombrada colocó la palma de su mano contra el tórax, apunto de estallar en pánico.
No entendía porqué estaba reaccionando así.
Le costó respirar, cayó de rodillas al suelo y permitió que la realidad la arrollase. Jonan se agachó junto a Amalia, intranquilos por el ataque de ansiedad de la menor. Nix se llevó las manos a la cabeza, con un fuerte martilleo que le provocaba un calor asfixiante.
<<Estas haciendo el ridículo>>. Pensó mientras notaba las lágrimas correr por sus mejillas. <<Todos te miran, estarán pensando que estás loca>>.
Amalia la recostó en el suelo, actuando conforme a su experiencia con las mujeres del prostíbulo. Desabrochó uno de los botones del camisón de la muchacha para que pudiera respirar mejor y le indicó que tomase aire profundamente. Nix trató de hacerlo, pérdida en el dolor de sus propios y profundos traumas.
Jonan observó todo petrificado y la culpabilidad lo ahogó, sin saber que, en aquel momento, Nix se veía afectada por una serie de sucesos que habían estado muy ocultos en su corazón y ahora salían a la luz.
La muerte de su madre.
Los malos tratos en las casas de acogida.
La soledad que había experimentado en el orfanato.
Los abusos.
Los secretos.
El acoso que sufría por parte de Anna y sus amigas.
Volver a ver a Layton y acostarse con él.
La paliza.
Y ahora, la verdad.
Una verdad que acababa de desencadenar algo muy profundo en ella.
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Liberty
Ciencia FicciónLa guerra nunca es fácil y Nix, rodeada de sangre, lágrimas y bombas, luchaba por ocultar un gran secreto.