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---------- small sunshine

—¡No, no, bájate de ahí, corazón!—México corrió hacia donde estaba el menor quien trataba de alcanzar el frasco de galletas de la alacena, parándose en la mesada para ayudarse. México lo agarró en brazos, bajandolo de ahí y dándole el frasco él.—No vuelvas a subirte aquí, mi vida, puede ser muy peligroso si te caes o algo.

—Solo quería una galleta.

—La próxima vez me tienes que decir para que te ayude, ya hemos hablado de eso, no me gusta que te subas a estos lugares, es muy peligroso. Además, ¿No tienes trabajo que hacer?

Negó, comiendo sus galletas, sentadito ahí, sin importarle mucho lo demás, solo quería comer algo y volver a la cama. Aunque México iba a salir por una junta de trabajo, quería ir con él, pero México siempre le decía que no, porque también era peligroso, no le iba a dar atención y sabía bien que Argentina ama caminar por todos lados.

—Ugh, bien, tendrás que venir conmigo a la junta, pero te quedas a mi lado, nada de estar caminando por ahí, pequeño.

Asintió, yendo a vestirse. México lo hacía por seguridad, aunque llevaban juntos veinte años, aún así, no quería que le hicieran daño a Argentina, muchos al ver su estatura piensan que es alguien muy débil y que pueden hacerle lo que quieran, pero no es así, él puede defenderse solo todo el tiempo.

La cosa es que México no lo deja, debería de dejarlo, pero el mexicano tiene miedo de todo con respecto a su pareja. Un día Argentina en efecto, se perdió por unas horas, no sabía cómo regresar a casa ya que no sabía dónde estaba, México no descansó esas casi siete horas, buscando por Argentina.

Se podría decir que el verdadero bebé de la relación es México.

Argentina se estaba cambiando de ropa hasta que volteó, viendo a México ahí. Algo que sabía muy bien, eran las ganas de México de tener relaciones con él, pero el miedo siempre le gana y no puede hacerlo, le da terror lastimarlo.

—Lo siento, te espero abajo, mi amor.

—México.

—Dime, corazón.

Se acercó, pensando que algo había pasado. Argentina sonrió, dejando que México se siente en la cama, el mexicano no entendía que estaba pasando, hasta que el menor se subió a sus piernas, sentandose en él, mirándolo a los ojos, sus brazos alrededor del cuello del mexicano.

—Ah... Creo que estamos llegando tarde, pequeño, no es hora de hacerlo, tal vez lo hagamos más tarde, ¿Si?—Sonrió nervioso, agarrando a Argentina y fácilmente separandolo y también levantando su cuerpo de él, dejandolo acostado en la cama.

Todavía no estaba listo para eso. Y aunque Argentina lo quiera, él tampoco estaba listo, digamos que ya no estaba tan acostumbrado a tener a México dentro de él desde hace mucho y dolería mucho obviamente.

Debía de prepararse.

—Solecito, vamos, calabacita.

Argentina agarró la mano de México cuando salió del auto. Caminó con él de esa forma dentro del edificio. Agradecia no ser el más pequeño ahí, habían otros, como Canadá o Rusia, eran pequeños igual que él. Chile estaba ahí con Perú, al verlo llegar lo saludaron con la manita, sonriendo.

No podían mentir, México les daba mucho miedo, era demasiado alto y se veía que ejercitaba mucho, era muy fuerte, sus brazos eran grandes, tenían miedo de su voz también, era muy grave y profunda, su mirada les aterraba.

Si supieran que México hace unos minutos andaba dándole millones de besitos a Argentina en sus labios, diciéndole lo mucho que lo amaba mientras lo abrazaba.

—Quedate con ellos, mi amor. No te vayas, y si lo haces, no te vayas tan lejos.—Le dijo, dejandolo con Chile y Perú ahí, sentadito en la silla alta.

—¿A quien esperas?—Argentina le preguntó a Chile, era de su misma estatura.

—A Brasil.—Sonrió, moviendo sus piernas de un lado a otro. Jugó con sus manos nervioso, no sabiendo como preguntarle a Argentina algo, algo un poco privado.—Uhm... Argentina.

El nombrado lo miró.

—¿Tu... Tu cómo... Ya sabes, cómo tienes sexo con México sin que duela..?

Preguntó, avergonzado, quería saber porque él quería tener lo mismo con Brasil, pero le asustaba que duela demasiado y no pueda hacerlo hasta el final, el dolor era algo que siempre tenía en cuenta cuando pensaba en eso.

—Uh... No tengo sexo con México, a él le da algo de miedo lastimarme así que no lo hacemos mucho, pero... Si duele, un poco, depende de que tan cuidadoso sea Brasil contigo.

—Entiendo. Es que los dos son muy altos, y me da miedo que me lastime.

Argentina rió levemente ante la inocencia de su amigo, era adorable el como le ganaba el nerviosismo al hablar de eso, pero eran amigos, no había nada de que avergonzarse.

Luego de media hora más o menos, Brasil salió primero.

—Chile, vamos.

El brasileño dijo, viendo que el otro no podía bajarse debido a que la silla era muy alta, pero aún así no iba a bajarlo, así como se subió debía de saber bajar. Nunca ayudaba en si a Chile con ese tipo de casos.

—Chile, bájate solo, tu puedes.

México salió, sonriendo al ver a Argentina sentadito.

—Corazón, mi amorcito lindo, vamos a casita, calabacita.—Se acercó, agarrando a Argentina en sus brazos, besandole su mejillita para después dejarlo de pie en el suelo.

La diferencia de actitudes entre México y Brasil se notaba demasiado.

𝐒𝐌𝐀𝐋𝐋 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐇𝐈𝐍𝐄 ! mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora