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En ocasiones México le tenía miedo a Argentina; ¿Cómo alguien como México le tenía miedo a una pulguita? Ni él sabía pero había algo que le daba escalofríos cuando Argentina se molestaba con alguien

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En ocasiones México le tenía miedo a Argentina; ¿Cómo alguien como México le tenía miedo a una pulguita? Ni él sabía pero había algo que le daba escalofríos cuando Argentina se molestaba con alguien.

La pregunta era simple: ¿Cómo alguien tan pequeño tenía tanta ira acumulada? Ni Argentina sabía de dónde sacaba tanta fuerza para pelearse casi a golpes con alguien que lo estaba molestando a él o a México.

México era muy pacifista, no era de lanzarse a los golpes con la mínima intimidación, más bien le gustaba hablarlo. Mucha gente pensaba que era al revés, que México era el que le entraba a los golpes y Argentina solo se quedaba atrás de él con miedo; temblando y esperando a que termine.

No, nada de eso era así. A México le tocaba separar a Argentina de las peleas siempre.

—México, tu novio se está peleando con Estados Unidos. —Perú le avisó el mexicano que andaba hablando con Brasil de algunos asuntos de trabajo. Apenas escuchando aquello, corrió hasta la escena que ocurrió.

Argentina; su solecito bonito estaba casi ahogando al estadounidense con sus manitas después de darle la arrastrada de su vida. No iba a dejar que hablen mal de él y de su relación con México, no le permitía jamás.

—¡Argentina! ¡Argentina, no, sepárate ahora! —se acercó a él rápidamente, levantandolo de encima del estadounidense para que lo deje respirar. —¿Qué está pasando, Argentina? ¿Por qué lo estabas golpeando? No puedes hacer eso. —lo regañó con el ceño fruncido.

—¡Me estaba insultando! —exclamó más que molesto. — ¡Me llamó una puta porque estoy contigo! ¡No voy a dejar que me insulte de esa manera, suéltame! —se revolvía en el agarre de su pareja, queriendo irse en contra de Estados Unidos una vez más.

México suspiró, viendo al estadounidense quien se estaba levantando con ayuda de Canadá. El pequeño canadiense miró con temor a Argentina y México, volviendo su vista a su hermano para preguntarle si estaba bien.

—¿Por qué hiciste eso, Estados Unidos? —México le preguntó al de las estrellas; molesto y confundido de su actitud hacia su esposo. No entendía el odio que le tenía a Argentina desde hace muchísimo tiempo. — ¿Quién te crees para hablar así de mi esposo? No me importa el tipo de problema que tengas con él, pero nada te da el derecho de llamarlo de tal manera.

México dejó a Argentina en el suelo, agarrándole de la mano para que puedan resolver eso de la manera más tranquila, obvio después de que Argentina le haya gritado hasta de lo que se iba a morir apenas USA recobró la consciencia.

Después de aquel conflicto, regresaron a casa. Argentina estaba sentado con los brazos cruzados, todavía enfadado por lo que había ocurrido. No le gustaba para nada que hablen mal de él, de su relación con México y del mismo México. No sabía el problema que USA tenía con él, no lo entendía y no quería entenderlo.

—No se que busca de mí el maldito gringo de mierda. —Argentina habló, apretando sus puños. —no lo entiendo, yo no le dije nada, ni siquiera lo miré cuando pase a su lado. —se quejó.

—Lo sé, mi amor. Entiendo que te molestes. —respondió mientras conducía a casa. —escucha, corazón; no te voy a exigir que le pidas perdón a ese wey, lo sabes.

—¡Él me tiene que pedir disculpas!

México suspiró. —Ya, ya pasó, solecito. —le acarició el cabello, luego dandole leves golpecitos en su muslo. —Lo hiciste bien. No me gusta que te pelees, pero por este momento te lo dejo pasar, solo te estabas defendiendo.

México estaba en contra de la violencia de todo tipo, pero cuando venía a Argentina defendiendose de ese tipo de comentarios no le importaba en lo absoluto si le rompía la cara al otro sujeto. Le preocupaba más que las manitas de su solecito estén adoloridas.

Llegando a casa y estando dentro, México lo ayudó con sus pequeñas heridas.

—¿Dónde más te duele, cosita preciosa? —México le preguntó con una sonrisa, dandole un beso en la frente. De repente escuchó un sollozo proveniente de su solecito lo que le puso alerta. —¿Mmh?

—Q-quiero un a-abrazo...

México sintió un leve dolor en su pecho por eso mismo. —Claro que si, corazoncito. Vente, mi vida. — lo abrazó, rodeandole el cuerpo con sus brazos y permitiendo que Argentina lo haga también, dejando que llore sobre su cuerpo todo lo que quiera. Le dolía verlo de esa manera. —todo va a estar bien, mi amorcito. Me siento orgulloso de tí porque sabes defenderte y no te quedas callado. Eres muy fuerte, mi cielo.

Argentina lloraba, aferrándose a México con fuerza.
—No me gusta que me hablen así... —sollozó.

México lo cargó en sus brazos, dandole varios besos en su rostro para que se calmara. Argentina se fue separando, agarrando a México de las mejillas para verlo a los ojos. Le sonrió, besando los labios de su pareja con mucho cariño.

—Mi solecito lindo y bonito, todo chiquito pero fuerte. —el mexicano habló con una risa al final, dandole otro beso. —¿Quieres que te prepare leche con chocolate, mi amor? Tal vez eso te haga sentirte mejor.

El menor asintió varias veces, dejando que lo lleve a la cocina. Argentina se ponía cada vez mejor, riendo y sintiéndose más feliz, así dejando de recordar la pelea en la que se metió, volviendo a ser el solecito feliz y brillante que era.

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𝐒𝐌𝐀𝐋𝐋 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐇𝐈𝐍𝐄 ! mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora