𝐒𝐌𝐀𝐋𝐋 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐇𝐈𝐍𝐄 ! mexarg, terminada.

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------------- 𝐒𝐌𝐀𝐋𝐋 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐇𝐈𝐍𝐄 ☀️

Despertar por las mañanas podía ser lindo, tierno y cálido, pero había algo que no le gustaba al menor de la relación, y eso era levantarse con hambre, salir de la cama e ir a la cocina, ya que nada quedaba a su alcance, y digamos que subirse a una silla tampoco era suficiente además de tener miedo de caerse.

Esa mañana fue así. Al no poder alcanzar el cereal, fue a la habitación, tirándose a la cama junto con el mexicano que seguía durmiendo, lo movió, queriendo despertarlo.

—México... México...—Llamaba, adormilado, pero con hambre.—México~ Cariño, México...—Lo llamaba más fuerte, colocándose arriba de él, dando saltitos para ver si eso lo despertaba.

—Ah.. me estás lastimando, pequeño...—México despertó, sin saber que pasaba, abrió los ojos, viendo a Argentina sobre él. Sonrío débil, todavía algo dormido.—¿Qué pasa, mi vida?

—Tengo hambre...

—¿Hambre?—Asintió.—Mmh, está bien, bajate, mi amor, ahora voy.—Dijo. Argentina se bajó, dejando que el mexicano se levanté y pueda ir a la cocina a preparar algo de comer. Argentina lo siguió, feliz.

Cómo siempre, el menor usaba la camisa que el mexicano se quitaba antes de dormir, le gustaba, tenía su aroma todo el día, y eso era agradable, le calmaba bastante durante la noche, además le quedaba enorme.

—Argentina, solecito, no hagas eso, mi amor, te puedes lastimar.—México le dijo, dejando que se meta entre sus brazos mientras le preparaba su leche con chocolate al menor para que tome y vuelva a la cama a descansar.

—Pero quiero estar contigo.

—Siempre lo estás, mi amor

Argentina lo abrazó, quedándose pegado a su pecho cálido. Después de eso, México lo sentó en la mesada, dándole su vasito de leche de chocolate para que se la tome y puedan ir a dormir otra vez. Era todavía muy temprano, eran las seis y media de la mañana.

México se estaba quedando dormido.

—México, terminé.

El mexicano despertó, agarrando el vasito para dejarlo ahí, Argentina se levantó de la mesada con facilidad, sin ayuda de México, la verdad es que si podía, pero le gustaba que el mexicano lo ayude en eso, pero ahora que estaba dormido, parecía que no podía.

—Vamos a dormir.—Argentina le agarró de la mano, llevándolo a la cama. Una vez ahí, lo acostó en la cama, acostándose él también encima de su amado, sonriendo, se quedó dormido a los minutos.