𝐒𝐌𝐀𝐋𝐋 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐇𝐈𝐍𝐄 ! mexarg, terminada.

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---------- small sunshine

Durmiendo, México se despertaba a veces por unos segundos cuando sentía que Argentina se removía entre sus brazos, lo abrazaba un poco más fuerte, asegurándose de que su cuerpo este bien cubierto con la sábana para que no le de frio más tarde, lo mantenía entre sus brazos, simplemente queriendo proteger a Argentina en sus brazos en la cama.

Las noches eran así la gran mayoría de las veces. Argentina a veces se mueve con intenciones de alejarse un poco o de acomodarse en la cama, lo que ocasiona que México se aferre más a él. Era tierno, pero también entendía el miedo del mexicano.

Un día, o más bien Argentina si no lo sostienen bien en la cama, puede caerse de la misma, ya que se mueve mucho cuando duerme.

Por la mañana, encontró a Argentina dormido sobre él como algunas mañanas, el menor sobre su abdomen, la mejilla quedando aplastada en el abdomen del mexicano, abrazando un poco también al más alto, se movió ahí mismo en busca de comodidad, soñando cosas lindas que lo hacían sonreír y a veces reír en voz baja.

México le acarició el cabello, haciendo que se despierte. Argentina lo miró con una sonrisa, y los ojos sintiéndose pesados por el sueño, bostezó, sentándose sobre México, frotando su ojo con su puño.

—Buenos días, solecito.—México dijo, acariciándole sus mejillas. Argentina se acercó, dejándose caer sobre el pecho del mexicano, quedándose ahí unos minutos, se sentía cálido y fuerte.—No te duermas, pequeño, hay mucho que hacer este día, tienes que volver a trabajar hoy.

—No...

—Si, además tienes viajes programados ya para dentro de unos días, no iré contigo obviamente.—México con esos viajes también podía practicar el no estar protegiendo todo el tiempo a Argentina y más bien dejarlo irse, ya que sabe bien lo que tiene que hacer.

—¿No puedo quedarme?

—No, mi amor, es importante.—Argentina volvió a sentarse en el abdomen de México, agarrando las manos del otro, colocando las mismas en sus caderas.—¿Qué pasa, corazón?—Sonrió.

—México, se que quieres hacerlo pero tienes miedo de lastimarme, ¿Por qué? ya lo hemos hecho antes y estoy bien. Me gusta.—Preguntó.

—Se que te gusta, solecito, pero simplemente no quiero lastimarte, la última vez te lastimé y no quiero que vuelva a suceder.

—Pero estoy bien...

—Lo sé. Escucha, se que quieres hacerlo, pero también piensa en mi, pequeño, no quiero lastimarte y además, no me dan muchas ganas de hacerlo, tengo mucho trabajo que hacer.

—Uhm, entiendo. ¿Por lo menos puedo caminar? No quiero que me cargues a todos lados.

—Está bien.—Sonrió.

Ese día, después de todo el trascurso de la mañana, salieron. México lo dejaba caminar, sin sostener sus manos. Había un pequeño problema.

Si Argentina se detenía por unos segundos, tenía que correr rápido dónde México ya que este caminaba más rápido que él, así que constantemente tenía que correr detrás de él para seguirle el paso.

—¡México!—Argentina llamó por él. El mexicano se detuvo, volteando y viendo hasta donde se encontraba el menor. Estaba lejos de él, por esa razón siempre agarraba la mano de Argentina, para que por lo menos pudiera seguirle el paso un poco.

—Ven. Dijiste que querías caminar, así que acercarte.

Argentina corrió a él, agarrándole la mano.

—Ya me cansé...

—¿Ya?

Asintió.
En efecto, Argentina odiaba caminar. Prefería usar a México como medio de transporte.

—Alzame, ahora.—Argentina extendió sus brazos a México con un puchero, siendo cargado en brazos por el mismo en su brazo.—Ahora llévame con Chile, tengo algunas cosas que hablar con él.

—¿Ahora soy tu medio de transporte, Solecito?

—Si. Ahora dame besitos.

México rió, besandole la mejilla a Argentina, caminando con él hasta donde le dijo. El menor hablaba con él en el camino, lo abrazaba y le daba besos también.

Se aferraba a México, queriendo subirse más, a veces jalando del cabello del mayor.

—Mi amor, me estás jalando el cabello...

A veces que tu pareja sea más alta era divertido.