"Episode III"

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Mis ojos se abren con dificultad mientras me acostumbro a la poca luz que ingresa por la ventana. Siento de golpe como la resaca se apodera de mí, tomo ambos lados de mi cabeza intentando que el dolor disminuya, siendo totalmente en vano. Me siento en la cama y todos los recuerdos vienen a mi cabeza. Eros y yo tomando sin parar celebrando nuestro compromiso, lo último que recuerdo es que Eros se lanzó a la piscina y yo le seguí.

Después, no logro recordar más. Siento movimiento en la cama, por lo que giro mi cabeza, encontrándome con Eros dormido. Me río al verlo, parece un bebé inocente e indefenso.

De repente Eros abre sus ojos, me observa soñoliento sin mover un solo músculo.

—¿Cómo me veo al dormir? — inquiere volviendo a cerrar sus ojos.

—No muy lindo, creéme. — bromeo.

Eros se carcajea. Me pongo de pie.

—Debo regresar a la ciudad ahora, tengo que reunirme con tu madre. —

—Te acompaño. — pronuncia antes de sentarse en la cama mientras estruja sus preciosos ojos.

Asiento antes de dirigirme al baño de la habitación de Eros. Tras darme una ducha regreso a la habitación envuelta en una toalla. Eros sigue sentado en la cama utilizando su celular.

—¿Por qué no me dijiste de esto? No traje ropa. Me tendré que poner ropa tuya. —

Eros alza la vista.

—No es la primera vez. — se burla.

Entrecierro mis ojos hacia él antes de dirigirme a su vestidor.

Y esto es una de las cosas que más amo de mi amistad con Eros, aparte de ser extremadamente unidos, nos tenemos muchísima confianza. Ni siquiera nos importa nada del otro, él me ha visto en mis peores fachas y yo a él. Y también me he puesto su ropa y él la mía, no me pregunten como.

Opto por ponerme un conjunto deportivo negro y unos calzoncillos del mismo color. Ni loca me pongo la ropa interior otra vez, además de que está empapada. Salgo a la habitación encontrándome con Eros saliendo del baño, él se dirige al vestidor y yo al espejo. Me hago una coleta alta y bajo al comedor donde ya está listo el desayuno, me siento en la sala de estar mientras reviso mis mensajes y espero a Eros. Minutos después lo tengo a mi lado, ya cambiado. Prácticamente estamos vestidos iguales, ya que este también tiene un conjunto deportivo negro.

—Vamos a desayunar para irnos. — dice este sin dejar de ver su celular.

Me pongo de pie, Eros sigue en su lugar escribiendo algo en su celular.

—No me hagas creer que nuestro matrimonio está muerto antes de empezarlo. — bromeo.

Él me observa y se carcajea.

—Tranquila, cariño mío, jamás te seré infiel. — dice sonriente.

Le doy un pequeño golpe en el hombro.

—Vamos a desayunar que tenemos un día bastante ajetreado. — le digo antes de comenzar a caminar hacia el comedor.

Nos sentamos en el comedor y en cuanto terminamos de desayunar, salimos frente a la hacienda donde ya están listos los escoltas de Eros.

—Lili, vamos en mi auto y que unos de mis escoltas lleve tu auto. — dice Eros posicionándose frente a mí.

Suspiro.

—No sé, prefiero irme en mi auto. —

Él entrecierra tus ojos.

—Por favor, vamos. Mira, pasamos por tu casa, te cambias, pasamos por mi apartamento y luego por casa de mis padres, además, ya te tengo tu escolta. —

Punto ciego (✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora