Capítulo IX

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"-Puede que sea el lider de la liga de asesinos, pero hice que siguieran tus reglas... justicia, no venganza... ya no soy ese niño de 10 años padre... desaparecí por 4 años estando en Nanda Parbat, y ni siquiera lo sabias...- Su rostro expresaba tristeza, decepción.

Damián se fue de la cueva mientras todos seguían impresionados por ver lo que acababa de suceder."

Por la mañana, Rachel despertó y se quedo observando el techo, recordando la noche anterior, como Damián había dejado en el suelo a su padre, pero aún mas importante, la expresión en su rostro antes de marcharse, esa tristeza que parecia muy en el fondo estar ligada al dolor y sufrimiento, ese mismo rostro que ella vio al principio cuando se conocieron.

Damián parecia estar cargando una gran emoción negativa sobre sus hombros y ella no pudo sentirlo, justo en ese momento se percató, que desde que Damián regreso no lo puede sentir, aún y cuando lo tuvo de frente.

Se levantó de la cama, iría a buscarlo, así que camino por la gran mansión, tratando de encontrarlo, sabia que algo no estaba bien con él.

Llegó a la cocina, al recibidor, el patio trasero, y justo cuando se dirigía a la sala de estar, el sonido de un piano le llamo la atención, "¿Quien toca tan bonito el piano?", se dijo a si misma, fuera quien fuera el que estuviese ahí, podria saber donde estaba Damián.

Guiada por el sonido, llego hasta una gran sala, donde se encontraban muchas estanterías, lienzos y acuarelas, 2 sillones y un sofá lo suficientemente grande como para 5 personas, cerca de un gran ventanal, estaba aquel piano, negro como la noche, sin estrellas ni luz de luna...

Ahí, sentado sobre un pequeño banco, se encontraba él, el joven a quien buscaba... con sus ojos cerrados, interpretando una hermosa y sencilla canción... "Nocturne in C sharp minor (No. 20)".

Ella miro a su alrededor y noto en el sofá, una almohada junto con una cobija, había pasado la noche ahí... pero, no solo eso se encontraba ahí, un par de botellas de vino vacías junto a sus respectivos corchos, estaban sobre la mesa central de la habitación... Damián nunca había tomado...

Volvió a prestar atención cuando la canción parecia terminar, pero solo era una pausa, noto algo... aquella melodia era un tanto suave, pero triste... se concentró para poder sentir las emociones de Damián... era cierto, se sentía triste... solo, decepcionado, roto...

Cuando volvió en sí, sintió sus mejillas húmedas, estaba llorando... como pensó, era el mismo Damián a quien conoció por primera vez, aquel que siempre se alejaba de todos y no le gustaba la compañia, se acostumbró tanto a la soledad que él siempre quería estar en ella, otra razón más para no tener a nadie cerca, pero Rachel no lo quería dejar solo, y siempre trataba de juntarse a él... ella se sentía de la misma forma, lo comprendía así como él a ella.

Salió de sus pensamientos al terminar la canción, Damián abrió los ojos, rojos por no dormir y la bebida... miro a Rachel tratando de enfocar bien, aún y cuando ella estaba parada justo frente a él, trato de levantarse, tropezando y torpemente inclinando su cuerpo a los lados, camino hasta caer al sofá, tomo una botella para servir más a la copa que tenia en mano, pero Rachel puso su mano, impidiendo la acción, el joven la miró.

-Quita *hip*... tu mano. -

La amatista quito la copa de su mano y la puso sobre la mesa, tomo el brazo de Damián, el cual coloco sobre su hombro, levanto al joven maravilla ebrio para llevarlo a su habitación.

Estando ahí, Damián se tiro sobre la cama mientras Rachel cerraba la puerta.

-Vete a bañar, si duermes estando en ese estado te puedes bronco-aspirar. -

-No *hip*... necesito un baño.- Dijo negando con la cabeza.

Rachel con su magia lo levanto hasta llevarlo a la regadera.

-Si no te quitas la ropa y te bañas, abriré la llave, te mojaras con todo y ropa.- Rachel lo miraba amenazante.

Después de unos minutos pensando Damián tomo una decisión.

- Esta bien *hip* ya te puedes ir *hip* no necesito que me estés viendo *hip* y menos desnudo. - Rachel ante lo ultimo dicho se puso roja, y salio rápido del baño.

Se escuchaba caer el agua, pasaron unos minutos hasta que Damián abrió la puerta y solo asomo la cara.

-Rachel... ¿Podrías pasarme un cambio de ropa?... -

Rachel se lo dio, y logro ver por el espejo la gran espalda de Damián, si antes la había visto un par de veces y tenia cicatrices, ahora tenía muchas más, y no solo eso, también tenía una pequeña parte en la espalda baja quemaduras, había sido de nuevo torturado como parte de su entrenamiento... por esa razón ella estaba en contra de que regresara con su madre, ahí solo encontraba dolor, tristeza y soledad...

El joven salio del baño, con un pants negro, una camisa liza blanca y se fue directo a la cama, aún lado de Rachel, quien leía un libro mientras esperaba a que este saliera. Al recostarse, Damián la miró, aún se notaba ebrio, pero no tanto como lo estaba en el salón.

-Gracias...- Dio un pequeño suspiro. -Rae.. -

Rachel solo lo miro, Damián había caído en las manos de Morfeo, su cara se veía tranquila, pero aún y dormido sus emociones seguían igual, él aún se sentía mal...

Con su magia, Rachel cubrió las ventanas con las grandes cortinas para que no entrara luz y cobijo a Damián para que siguiera durmiendo.

Salio de la habitación, directo a la cueva donde se encontraba el murciélago, al llegar lo vio ahí, frente al enorme computador, se le acerco, Bruce ni siquiera volteo a mirarla, pero eso a ella poco le importaba, solo quería desahogarse, y así lo haría.

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