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Lagrimas caían desde sus mejillas hasta el piso, lágrimas amargas llenas de culpa, arrepentimiento y de dolor.

-Vete, no quiero verte nunca. Por favor solo aléjate de mí.

-Yo.

-Estaré bien, nadie muere por amor, Min.

El filo de sus palabras estaban apuntando a él mismo y entendió todo, no hizo más que obedecer, se dio la media vuelta y salió de la casa del chico que amaba sin mirar atrás.
Al salir la lluvia golpeó su rostro, mientras más caminaba parecía que  las gotas se hacían más intensas y frecuentes. Corrió por las calles deseando por fin estar su hogar.
No, no se le podía llamar hogar a esa cosa, solo era una casa vacía. Vivía solo desde hace cinco años. Su madre murió en un accidente y su padre se volvió un alcohólico que se desquitaba con él su dolor hasta que su abuela lo internó en una clínica y en vez de mejorar el parecía estar más enfermo, tal vez jamás saldría. La herencia de su madre, proveniente de una familia adinerada pasó a su nombre y decidió dividir su dinero en pensiones que recibía cada mes para no acabarlo de manera imprudente.

Tenia solo veintiún años y su casa era tan fría y desolada que en ocasiones deseaba no volver, pero esta no se sentía sola cuando él venía a visitarlo. Cuando estaba ahí, parecía darle color al mundo, a su mundo y ahora tal vez no volvería a pasar.
Yoongi conoció a Hoseok a los diez años, su amistad se hizo tan fuerte que duró hasta el día en el que, el mayor tuvo que decir la verdad. El había estado enamorado de su amigo desde hace nueve años y durante mucho tiempo tuvo que fingir que no lo hacía. Podía soportarlo hasta que a los quince años Hoseok, se enamoró perdidamente de un compañero de escuela y como todo mejor amigo, hablaba de él todo el tiempo sin imaginarse lo doloroso que era para el mayor escucharlo, lo peor pasó cuando el chico del que Hoseok estaba enamorado se acercó para hablar con Yoongi un día en el que Hoseok no pudo asistir a clases porque estaba enfermo.

-Hola, sé que eres mejor amigo de Hoseok y la verdad es que hace mucho que me gusta. ¿Crees que puedas ayudarme con él?- Su corazón se rompió en mil pedazos, estaba seguro de que si su amigo se enteraba de esto probablemente ellos dos estarían juntos y él jamás tendría una oportunidad de demostrarle que lo amaba.
Su dolor se convirtió en furia y la descargó justo en ese momento.

"¿Por qué tengo que ser yo el que sufra?¿Qué es lo que hice para merecer esta vida tan miserable? Una madre muerta, un padre alcohólico que me usa como saco de box y la única persona que amo está a punto de ser arrebatada de mi vida. No quiero ser malo, pero no quiero quedarme solo, no quiero quedarme sin él".

Es necesario, es necesario.- repetía en su cabeza mientras lanzaba el veneno.

-Tengo que ser sincero contigo, pero primero debes prometerme que no le dirás una sola palabra.

-Lo prometo.

-Hobi tiene en cuenta que te gusta y no quiere hacer nada al respecto, es más, le incomodan tus acercamientos y en muchas ocasiones viene a preguntarme que puede hacer si el solo te quiere como amigo, tal vez incluso le caes mal. Seguramente el no te dirá esto, pero me caes bien y por esta razón te lo cuento.- Tan pronto como terminó de hablar, vio el rostro lleno de lágrimas en el chico al frente suyo y no hizo más que darse la vuelta e irse a su aula dejándolo en su dolor.

"Es necesario y ahora estoy condenado".

Más pronto de lo que esperaba tenía a su amigo llorando en sus brazos, al parecer habia visto a aquel chico besando a otro después de tener una discusión en la que seguramente enojado por lo que Yoongi le dijo, lo trató como si fuera el ser más desagradable del planeta.

EL DESAFORTUNADO PARK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora