Capítulo veinticinco.

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CODY NEILL.

Mis manos tiemblan nerviosas ante la mirada de Norris. Sin embargo, este parece restarle importancia y concentrarse más en la chica castaña que está junto a él. Está recostada en la pared mientras juega con su cabello. Frunzo el ceño, observando la imagen con mucha atención, hasta que finalmente mis sospechas se hacen ciertas.

Norris aprieta la cintura de la chica, atrayendo su cuerpo hacia el suyo, mientras se besan en medio del patio. Aprieto mi mandíbula, sintiendo demasiada rabia. Claramente no hay excusas que pueda inventar, sabe que estoy aquí, sabe que estoy viendo.

¿Es qué acaso nunca ha sentido ni un más mínimo de respeto hacia Bell?

Sin embargo, aunque imagino en mi mente como lo golpeo mientras la gente me pide que me detenga, tomo mis cosas y me retiro del patio. Me genera una sensación asquerosa saber que durante todo este tiempo, mi amiga estuvo con un patán como él. Pienso si debería contarle, pero al mismo tiempo creo que es un dolor que le puedo evitar.

La observo salir del salón, acompañada de dos chicas. Tiene el cabello amarrado en una coleta alta, bien peinada. Sus labios brillan, luciendo más hidratados y no tan resecos, pese a que aún hay algunas heridas en ellos. Se ve sonriente, completamente ajena a lo que su ex novio está haciendo en el patio. Lo cual, seguramente todas esas veces que lo vi con "amigas" estaba engañando a Bell. Es imposible averiguarlo, nunca dirá la verdad. Pero no me quedan dudas.

Luce unos jeans flojos y sonrío al ver que se ha vuelto a poner aquella blusa que había dejado de usar ante las inseguridades de su barriga. Siempre le he dicho que le queda hermosa, lamento que ese idiota la haya hecho sentir insuficiente y sobre todo, que haya provocado que se desvalore.

Pasa por mi lado y me dedica una sonrisa, la cual correspondo al instante. Quizá no volvamos a hablar como antes, pero hay dos cosas que me mantienen feliz. La primera, saber que puedo contar con ella y ella podrá contar conmigo. La segunda, que ya no tenga a su lado a alguien que le quite todo esa energía que me encantaba percibir.

Saludo con mi mano a Alina, quién en la cafetería dijo que saldría con sus amigas luego del instituto.

Camino hacia mi motocicleta, la cual sigue rayada ante mi pelea con Norris. También lo detesto por eso, pero bueno, ya pasó.

—¿Vas solo? —Subo la vista sorprendido, al escuchar su voz.

—Sí. ¿Tú? —Pregunto.

—Saldré con ellas —señala a las dos chicas que la acompañaban minutos atrás—, me han invitado a tomar algo.

—Me alegra mucho, Bell —admito, mientras me coloco el cazco.

La observo un rato al ver que rasca su cabeza mirando un punto fijo. Como si quisiera preguntarle algo pero al mismo tiempo esté pensando en si hace lo correcto en preguntarlo no. Honestamente, me genera interés saber que se le pasa por la mente, pero al mismo tiempo me da nervios que sea algo para lo que no tenga respuesta.

—Sabes... tengo mucho tiempo libre y lo utilizo para pensar muchas cosas. Hace tiempo estoy interesada en saber quién es la persona detrás de los correos y creo que tengo algunas sospechas de quién podría ser.

Quedo perplejo esperando que continúe. Si espera a que yo diga algo, seguramente me descubrirá. No estoy preparado para afrontar esta situación y tampoco estoy seguro de querer que se entere quién está detrás de esos correos anónimos.

—Oh... ¿y de quién sospechas? —Lucho conmigo mismo para ocultar mi nerviosismo.

—Bueno, en realidad no sospechaba de nadie... hasta el último correo. —Trago saliva, pero gracias al casco de seguridad no puede notarlo—. La única persona que sabe sobre...

10 razones, Bell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora