Capítulo doce.

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CODY NEILL.

Sacudo mi cabeza de un lado a otro, deshaciéndome de las gotas que se acumularon en las puntas de mi cabello. Las personas corren de las calles, adentrándose a diferentes locales para evitar que la lluvia termine de empapar sus ropas ya mojadas.

He venido por las compras al mercado SunnyDay's. Queda a unos veinte minutos de mi casa y está rodeado por diferentes comercios, desde peluquerías hasta pequeñas farmacias. Solemos venir aquí solo por las compras de la semana, normalmente asistimos a un pequeño almacén que nos queda a pocas calles de casa.

Mi carro no está tan lleno como el de las demás personas, pero aún no he aprendido a controlarlo y siempre se me termina moviendo de un lado a otro, molestando a las demás personas. Esta vez, sus ruedas chocan con un carro que está junto al pasillo de baño, pero para mi suerte, no hay nadie que lo acompañe.

Guardo el móvil en mi bolsillo mientras camino al área de las frutas. En él tengo la lista de cosas que debo comprar, siempre doy una ojeada antes de saber a dónde ir.

Llegando, puedo visualizar una cabellera esponjada. Sus cabellos erizados y sueltos, dejando ver la longitud de su cabello. Está de espaldas a mi, esperando en la fila para poder pagar. Con los labios fruncidos, tomo el mango del carro y salgo de aquel lugar, dirigiéndome al estante de pastas.

Desde aquella charla con Tyler, no he hablado con ella. No me he molestado en enviarle un mensaje y tampoco algún tipo de correos. Aún pensar en lo ocurrido anteriormente, genera en mí una especie de malestar corporal, algo cercano al enojo. Dicho sentimiento, me impide poder ver las cosas con claridad, porque al final de mis pensamientos, termino culpándola.

Subo la vista y me encuentro con la góndola de los tirabuzones vacía. Frunzo el ceño, pues mi pasta favorita no está. Termino agarrando cualquier otro, mis padres no se fijan en eso.

—Cody —escucho su voz.

Lanzo al carro dos paquetes más de pasta y comienzo a caminar con él hacia la salida de ese pasillo, el cual desemboca en otro pasillo dónde habitan los cubiertos, servilletas, etcétera.

—¿Cody? —Se me hace dificultoso avanzar, por la aglomeración de gente—. ¡Cody!

—¡No quiero hablar contigo! —Paro el carro, mirándola de frente.

Luce una remera gris como tres talles más del que usa. Dicha remera tiene en su frente una imagen de bob esponja y además, también está mojada.

—¿Qué ocurre? —Parece como si no fuera consciente de lo acontecido.

—No puedes venir como si no pasara nada cuando estás haciendo todo mal .—Fijo mis ojos a los suyos, fijando ésta, los suyos a los míos—. Cada vez que me acerco a ti, siempre logras cagarla. Pero esta vez te has pasado.

Vuelvo a conducir el pequeño carro por el supermercado, con Bell desde atrás.

—Bueno, lastimosamente no tengo el don de leer mentes, así que si no me dices que te pasa, entonces no puedo explicarlo —me volteo, con una ceja alzada.

—¿Dónde está Norris?

—En su casa, ¿por qué? —Sonrío, sin gracia.

—¿Por qué eliminaste a Tyler de tu red social?

Mi pregunta la toma por sorpresa. Se queda viéndome fijamente, mientras que observo como su labio inferior, rasgado y reseco, comienza a temblar. Tal y como si tuviera mucho por decir, pero nada saliera.

10 razones, Bell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora