Capítulo seis.

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CODY NEILL.

     Cuando los exámenes del primer semestre se fijan, es normal comenzar a escuchar la planificación del baile de graduación. A partir de  entonces, los alumnos van de un lado a otro confesándose ante su crush, asistiendo a diferentes citas e intentando conocer gente nueva, con el objetivo de tener acompañante.

     La fiesta de graduación es una ocasión en dónde muchos adolescentes dan su primer beso y, en casos más intensos, también puedes perder la virginidad dentro de un coche. O en un baño... como Tyler.

     Mis amigos y yo asistimos juntos, siendo de las pocas personas que se adentran sin una pareja de baile. El año anterior fue el más intenso de todos los años. Bell y yo pasamos tantas horas bailando que por un momento llegué a pensar que por fin me animaría a besarla. Sin embargo, todo se vio alterado. Tyler finalizó la noche teniendo relaciones con una chica que ni siquiera asistía a nuestro instituto. Bell accedió a bailar con un chico al que nunca había visto anteriormente y bueno, yo terminé besando a una desconocida de mi clase de inglés. No estuvo mal, fue un beso. Pero esperaba que sea proveniente de otra persona.

     Esa vez fue la última vez que besé a una chica. Ha pasado mucho tiempo y me da nervios imaginar la idea de conocer a alguien más y que, al momento de besar sus labios, piense que beso horrible, porque perfectamente podría pasar.

     Pero luego, también entiendo que no debo apurarme y al mismo tiempo, por no hacerlo, Bell está con alguien... que no soy yo.

     Considero que para estar en el penúltimo año de instituto, soy de las pocas personas que aún no obtuvo su primer experiencia sexual. Me apena admitirlo, pero no he conocido a nadie con quién llevarla a cabo. No puedo fijarme en alguien más porque siempre esperé que algo mágico ocurriera para que Bell fuera aquella persona. Ahora comienzo a pensar que la gente me llamará ridículo por haberme esperado tanto.

     Me adentro al salón, sentándome junto a la ventana. En ésta aula los asientos son compartidos, por ello puedes sentarte con un amigo, como también con alguien desconocido pero que con el tiempo llegas a conocer.

     Miro hacia la puerta, recibiendo su hermosa sonrisa. Saluda con su mano mientras camina hacia el fondo. Me extraño por dicha acción, pero luego siento su mano en mi hombro.

—Hola —habla con timidez. Lamentablemente, ya no siento la misma energía de esperanza al verla.

—Hola —contesto, abriendo el libro de historia.

     Mientras busco una página inexistente, porque el profesor aún no ha llegado, puedo ver de reojo la manera en que Bell me observa, como si estuviera dudando en decirme algo. Y con todas mis fuerzas, deseo que me diga cualquier cosa que tenga guardada.

—Ayer me llegó otro correo —volteo a verla de golpe—. No entiendo sus mensajes.

—Tal vez deberías tomarte un tiempo a solas para reflexionar cada uno de ellos —muerdo mi labio. Intentando no hablar de más.

—Si quisiera decirme algo, simplemente me lo diría y ya. No tengo paciencia para este tipo de juegos. Además, si Norris se entera de esto, generará un problema —suelto un suspiro al sentir su agobio.

—¿Y por qué le molestaría? Esos correos no dicen nada malo —me regala una mirada de fastidio, como si fuera yo quién estuviera equivocado.

—Pero es de un desconocido, Cody. Es inevitable pensar en lo extraño que es el hecho de que una persona desconocida te envíe emails... ¡los cuales no tienen sentido!

10 razones, Bell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora