CUARTO CAPÍTULO

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POV PANDORA 

Si había dos cosas que Pandora detestaba eran los demonios y los murciélagos. A esas alturas de la velada, hubiese preferido besar cien murciélagos antes que rozar si quiera la mano extendida del demonio frente a ella. 

Pasó de los ojos de Lucifer a su mano totalmente blanca para regresar a los ojos y a la mano del demonio una vez más. No quería tocarlo. En realidad, no quería que sus cuerpos entraran en contacto el uno con el otro. No había forma de escapar de esa situación. Si se negaba terminaría delatándose inmediatamente y tendría que escapar antes de que Caín terminara de juntar las piezas. Si aceptaba, tendría que contener las ganas de... ¿de qué?

– Será un placer – Murmuró una segunda vez para sí misma intentando convencerse de sus palabras.

Su mano era tibia. Parte de ella había esperado encontrarse con el frío más absoluto. Por el contrario, el calor de su piel la recorrió de pies a cabeza. 

Lucifer sonrió con arrogancia y sujetó su mano con firmeza. Ambos se dirigieron a la pista de baile, no sin antes recibir el aplauso general de los asistentes a la velada.

Se sintió ridícula cuando una melodía familiar hizo eco en el salón principal. Ella misma había elegido aquella sonata apenas unas semanas atrás.

Pandora apenas entendía del todo lo que había sucedido en el último minuto. Estaba sujetando la mano del sujeto que había asesinado a sus padres. Estaba sujetando la mano del rey de Abbadon.

– ¿Cuánto tiempo ha pasado? – De repente la realidad la azotó de golpe al escuchar las palabras pronunciadas por Lucifer. Había sido lo suficientemente ingenua para creer que su disfraz había funcionado de maravilla.

– Exactamente cinco años, su majestad – Escupió las últimas palabras con desdén, lo cual no pareció inmutarlo.

– Debo admitir que me sorprende que tu príncipe te haya permitido asistir en calidad de doncella, ¿es que no es consciente del riesgo que significa? – No pudo adivinar si Lucifer se refería a la seguridad de ella o a la de sí mismo. Se sintió algo estúpida al siquiera considerar su primera opción.

– Tal parece que hay personas que confían en mí, Lucifer – El baile dio inicio con la melodiosa voz de la cantante principal de la noche.

Los intentos de limitar el contacto entre ambos se vieron frustrados cuando Lucifer aprovechó la posición para acercarla aún más a su cuerpo – Por la mirada que me llevas dirigiendo desde que aparecí en el salón, puedo adivinar que hago bien al desconfiar de ti, ¿me equivoco?

Se mantuvo en silencio – No, claro que no me equivoco – Lucifer se apartó de la muchacha lo suficiente para darle una vuelta completa que la tomó desprevenida. Pandora trastabilló, cosa que le dio la oportunidad para susurrarle algo al oído – Puedo oler tu sangre a kilómetros de distancia, Pandora.

Algunas risitas de desaprobación por el descuido llegaron a sus oídos. Se permitió un par de segundos para maldecir al demonio. ¿Había sido demasiado descuidada al asumir que Lucifer olvidaría el aroma de su sangre? Claro que no. Había pasado demasiado tiempo como para asumir que seguiría recordándolo.

Otra duda la hizo estremecerse, ¿los demás también recordaban su aroma? – ¿Crees que otro de los tuyos me reconozca? – Lucifer la giró en círculos a través de la habitación y Pandora tuvo que esforzarse por no perder el ritmo.

El demonio negó con la cabeza – Tengo entendido que la última imagen que ellos tienen de ti es la de una niña inocente con una sonrisa tierna en los labios – La devoró con la mirada – No esperarían encontrarse con un escote pronunciado ni una mirada sedienta de sangre. Ya no hay una niña aquí, ¿o sí?

El secreto de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora