CAPÍTULO 31

75 21 96
                                    

—¿Por qué debo leer este libro, mamá?

Pandora abrió los ojos. No recordaba cuánto tiempo se había quedado dormida, pero estaba muy segura de que su mamá la regañaría si acaso notaba que había descuidado las clases de modales impartidas personalmente por ella para tomar una siesta rápida.

La noche anterior, había descansado las horas suficientes, pero, quizá, leer libros de fantasía a medianoche no estaba en el itinerario que su madre había hecho exactamente para ella.

—Te lo he dicho miles de veces, Pandora, ¿acaso quieres que lo vuelva a repetir?

Pandora hizo un puchero. La sonrisa de su madre era hermosa, pero también era capaz de convertirse en una fina línea inexpresiva cuando se enojaba con ella. Aquella era una de esas veces.

—Pero no sé quién es Raziel, mamá—Suspiró—¿Por qué debo hacer todo esto por una persona que no conozco? Se supone que debería estar entrenando con papá o aprendiendo cómo cabalgar contigo... Raziel puede esperar.

—Raziel te hará fuerte, Pandora, ¿por qué quieres apresurar al destino? No es hora de usar espadas ni malograr tus vestidos con barro del jardín. Necesito que aprendas cómo comportarte en situaciones formales—Le acomodó las trenzas despeinadas. Su cabello era demasiado corto como para hacer trenzas de una apariencia decente, pero eso su madre ya lo sabía—Estoy segura de que me lo agradecerás.

Abrió el enorme libro empolvado en la página ciento quince. Se había cansado de repetir una y otra vez las reglas de la etiqueta en la mesa, pero, al parecer, era la única de las lecciones que no lograba meterse en la cabeza.

*

Pandora tropezó por tercera vez en el día. Tenía la certeza de que su padre estaba cansado de los pisotones, pero, a pesar de ello, mostraba una enorme sonrisa en el rostro cada vez que Pandora clavaba la punta de su tacón en sus zapatos. Su padre en verdad tenía una alta resistencia al dolor.

—¿Cuándo podremos tomarnos un descanso?

—Cuando me asegures que no harás que tu madre me regañe cuando regrese del palacio, cariño—Le sonrió con ternura—Me hizo prometerle que aprenderías este baile para el festival de la noche y no estoy viendo muchos avances. Entre tú y yo... tu madre puede ser realmente atemorizante a veces.

Pandora suspiró. No necesitaba que alguien le dijera eso, ella vivía de primera mano las peores facetas de su madre... como cuando no le dejaba comer chocolate de postre por haber cruzado incorrectamente las piernas en el sillón. Al menos las lecciones de etiqueta en la mesa habían desaparecido desde hacía varios meses... aunque estas habían sido reemplazadas por clases de cocina.

—¿Por qué debo hacer todo esto?—Frunció el ceño cuando su padre abrió la boca. Sabía lo que iba a decir—No quiero escuchar lo mismo de siempre... por favor.

Su padre suspiró—Tu madre tiene razón, Pandora, necesitas ser una muchachita impecable para poder lidiar con las expectativas que pesarán sobre tus hombros en un futuro no tan lejano.

—¿Qué hay de ti? Todos se inclinan ante ti cuando pasas frente a ellos y, aún así, apenas si sabes bailar y desconoces cualquier tema relacionado a la etiqueta.

Su padre fingió que le había roto el corazón. Pandora no tardó soltar una sonora carcajada desde el fondo de su pecho.

—Está bien, hagamos un trato. Tú aprendes este baile antes de que tu madre llegue y prometo que te enseñaré cómo sostener la espada familiar cuando tu madre parta hacia el este en su próxima misión, ¿te parece?—Pandora asintió vigorosamente con ánimos renovados y unas genuinas ganas de aprender aquella ridícula pieza. Su padre sonrió con dulzura—Y amárrate ese cabello, cariño, no quiero hacerte ilusiones, pero puede que su largo sea el motivo por el que no puedes mantenerte en equilibrio en la segunda posición.

El secreto de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora