CAPÍTULO 11

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advertencia: este capítulo es exageradamente largo, por lo que se recomienda leerlo en dos partes :')

POV PANDORA

El sol se comenzaba a poner en el horizonte cuando Pandora salió de la sala de entrenamiento con una expresión sombría en el rostro. Mordió la cara interna de su mejilla. Debía hacer algo si quería deshacerse del dolor que, para ese entonces, se había extendido a lo largo de su espalda.

Una pregunta recorría su mente con lentitud mordiendo los bordes de su consciencia cada vez que se le presentaba la oportunidad: "¿Qué mierda le pasa a Lucifer?". Suspiró. Primero ayudaba al reino de Arabella sin aparentes intenciones ocultas, luego le entregaba evidencia confiable de que su hermana no se había suicidado la noche del baile y, finalmente, para endulzar la situación, actuaba como un reverendo imbécil.

El comportamiento del demonio no parecía tener una explicación lógica, pero tampoco planeaba darle más vueltas al asunto.

– Comandante Salvatore, el príncipe Caín solicita su presencia en la alcoba real.

El ligero rubor en las mejillas de la sirvienta la obligó a enarcar las cejas en evidente confusión. Tardó unos segundos en comprender el porqué de aquel enrojecimiento. La alcoba real no era un lugar decente para una reunión entre el príncipe heredero y la comandante, pero tampoco lo era para Caín Bernadotte y Pandora Salvatore.

Hizo una pequeña reverencia en señal de entendimiento. La mensajera hizo lo suyo y se encaminó en dirección contraria.

Tras comprender lo que reunirse con Caín significaba, la fatiga provocada por el combate con Lucifer abandonó su cuerpo definitivamente. ¿Cómo podía pensar en otra cosa que no fuesen las respuestas que iba a obtener una vez que atravesara las enormes puertas de la alcoba de Caín?

Acarició sus sienes con delicadeza. ¿Qué querría discutir el príncipe con tanta urgencia? Había demasiadas posibilidades.

Dejó que sus pensamientos flotaran sin restricción alguna. Quería estar preparada para lo que sea que la esperara del otro lado de la puerta, por lo que, finalmente, se decidió por el camino más largo. Sus pisadas la condujeron hasta uno de los pasillos desalojados del castillo.

Arabella era un reino mítico. Cada pasillo, cada intersección de caminos y cada habitación que conformaba el palacio se encontraba relacionado a algún mito o suceso histórico que era digno de ser recordado de tanto en tanto. Aquella zona abandonada no era la excepción.

Si la memoria no le fallaba, los sirvientes del palacio solían contar que, hacía unos años, dos niños nacieron en una de aquellas habitaciones abandonadas. No eran niños normales, pero tampoco se conocía el motivo por el que fueron asesinados. Algunos contaban que fueron los mismos padres quienes acabaron con la vida de sus hijos para evitar una catástrofe; otros, que un demonio los asesinó. Existía una innumerable cantidad de versiones, por lo que nunca se había logrado llegar a un acuerdo sobre los verdaderos asesinos de aquellos mellizos.

Estaba segura de que los sirvientes del palacio tenían tiempo suficiente para alimentar aquellas supersticiones con historias sobre apariciones fantasmales. Pandora, por su parte, no tenía tiempo suficiente para creer en tantos disparates.

Avanzó en compañía de su silenciosa sombra. En definitiva, el pasadizo desentonaba totalmente con el resto del palacio, pero, por algún motivo, nunca le habían pedido que se encargara de realizar las reparaciones necesarias.

La temperatura descendió considerablemente. El único ruido que acompañaba sus pasos era el repiqueteo de sus botas metálicas contra el piso empedrado. A pesar de la tétrica situación, su dignidad no hubiese soportado que alguien como ella considerara la posibilidad de que un ente paranormal estuviera siguiendo sus movimientos.

El secreto de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora