11| V e r g o n z o s o

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CHARLOTTE:

Desperté algo desorienta y con un rastro de saliva seco en una comisura de mi boca. Quise moverme pero un peso en mi cadera me lo impidió. Cuando bajé la vista pude ver un brazo y no cualquier brazo, el brazo de Cameron.

Los recuerdos de la madrugada anterior volvieron a mi. Me encontraba viendo la película con él, hasta que en un momento caí dormida. Estaba tan cansada que no me di cuenta cuando caí rendida.

Al darme la vuelta para observarlo, mis ojos grises chocaron con su rostro medio adormilado, despertándose. Seguramente mis movimientos lo habían despertado.

Le analicé el rostro de una manera descarada, impropia de mi, a decir verdad. Mi mirada paseó por su cabello: negro como la noche. Sus cejas bastante pobladas pero no a un nivel vulgar. Pasando a su nariz respingada y luego a su boca, donde unos labios apetecibles se encontraban entreabiertos. Su labio inferior era notablemente mas grueso que el superior, y eso hacia mas grande mis ansias por probarlos. Luego volví mi mirada a sus ojos, verdes, brillante, hermosos.

—Buenos días, Lottie— dijo con una voz rasposa y varonil, dedicándome una sonrisa ladeada

—Buenos días. Lamento haberme dormido en tu cuarto, perdona si te incomode.

—Tranquila, fue agradable.

¡Agradable! Cameron Lawrence acaba de admitir que dormir conmigo fue agradable. ¡10 puntos para Gryffindor!

—¿Tu dormiste bien?— preguntó retirando su brazo de mi cuerpo y acomodándose de manera que quedo sentado en la cama. Hice lo mismo, refregando una mano por mi cara.

—Sí, creo que no había dormido tan bien en años. Tu cama es comida.—Dije palmeando el edredón.

—Si, creo que yo también dormí bien. Bastante bien— me guiñó un ojo y se destapó para bajar de la cama. Otra vez lo volví a escanear de manera descarada, pero creo que todo mi descaro se fue al demonio cuando bajé la vista a su pantalón.

—¡Oh, Santa madre de todos los santos!— dije dándome la vuelta y tapando mi rostro. Podía sentir el sonrojo desde mi frente hasta el inicio de mi pecho.

—Oh, maldita sea— oí que murmuraba.— Lo siento mucho, Charlotte. Ya sabes... es por la mañana.— Volví mi vista hacia él y ahora se encontraba tapando su erección mañanera con una almohada. Por lo menos no era la única avergonzada.

No me malinterpreten. No es como si un miembro masculino fuera algo de otro mundo. Porque por supuesto había visto el de mi ex-novio la primera vez que estuve con él, pero para eso habían pasado varios meses de relación.

Y ahora, no estaba viendo directamente el miembro de mi jefe, ya que lo cubría el pantalón, pero lo único que debo admitir es que Cameron debe estar orgulloso de lo que porta entre las piernas.

Él se dirigió hasta el baño maldiciendo por lo bajo. Si estas hubieran sido otras circunstancias yo estaría rompiendo un montón de reglas.

Primer regla rota: haber dormido en la casa de mi jefe.

Segunda regla rota: haber dormido en la cama de mi jefe, con mi jefe.

Tercer regla rota: despertar abrazada a mi jefe y pasando un momento vergonzoso.

Pero creo que eso de que empleada y jefe no debían relacionarse mas que por el trabajo, se iría al demonio en cualquier momento.

***

Me encuentro en el la barra que separa la cocina de la sala de estar. Wendy esta sentada en el sofá, con un tazón de plástico sobre sus piernas. Comiendo cereales y mirando la televisión.

En el gris de tus ojos [Libro I saga "Miradas"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora