Capítulo IV

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Habían pasado varias horas allí en el parque, y ya se encontraban cansados. Algunos tendidos en el césped, otros simplemente sentados. Ya era de noche y el clima se encontraba muy agradable. Podía oírse simplemente la voz de Valt comentándole algo a Shu o a Rantaro.

Para sorpresa de _____, Wakiya se había sentado a un lado mientras que estaba recostada observando el cielo estrellado. Giró un momento su cabeza para verlo, y él solo la vio por el rabillo del ojo. No dijeron nada y volvieron a ver el firmamento.

—Es lindo, ¿no?

—He visto mejores cosas. Un cuadro me parece mil veces mejor.

La apellidada Shiraiwa juntó un instante sus párpados. Estaba demasiado obvio que tenía dinero, y mucho, en exceso.

—Haré como que no has respondido, lo cual me parece mejor respuesta.

—Entonces no preguntes nada, genio— habló el rubio.

—Pensé que querrías hablar o algo, porque te sentaste a un lado mío— nuevamente volteó a mirarlo.

—Agh, no puede ser...— algo irritado, se levantó y tomó rumbo a sentarse en otro sitio.

—¿Qué dije?— se apoyó en un brazo, viendo como se alejaba.

Si no fuera por como la trataba, al igual que el resto, llegaría a pensar que se trataba de él quien le enviaba esos regalos caros. Varias cosas coincidían, excepto la mencionada anteriormente y el hecho de que no estaban en el mismo salón.

De nuevo se tendió en el césped, reposando sus manos sobre su vientre. Al menos disfrutaba esos tiempos con amigos, y se desanimaba un poco porque ya estaba terminando el día y debía regresar a casa.

Estuvo un rato más así hasta ser la primera en dar la iniciativa de comenzar a volver. Tomando sus cosas y guardándolas en su mochila, observó dentro de esta, los aretes de perlas que recibió recientemente. Con suerte podía verlos, por la falta de iluminación a pesar de las estrellas.

—Mañana nos vemos— la colgó a su hombro cuando la terminó de cerrarla, sonriendo a la vez en que alzaba una de sus manos en forma de despedida.

—¡Por supuesto! ¡Adiós, _____! ¡Adiós, chicos!— exclamó el Aoi, saliendo corriendo de allí. Por la hora, era obvio que la cena ya estaba lista y no se la perdería.

Rodó sus ojos con algo de diversión para dar media vuelta y comenzar camino.

—¡Espérame, _____! ¡Vivimos hacia el mismo lado!

La exclamación de Rantaro Kiyama ocasionó que frenara para esperarlo.

—Apresúrate que me muero de hambre— lo animó a que corriera más rápido porque, debía subir la parte empinada para alcanzarla —. Felicidades, llegaste— dijo divertida para continuar.

—No seas así— habló cansado de hacer la subida corriendo, retomando el aire a bocanadas.

Y emprendieron camino, lento porque al rubio de ojos marrones seguía agotado y más con el entrenamiento.

—¿A ti te dejaron tarea?

—Sí, pero como era fácil, la hice ahí mismo— mencionó Shiraiwa dando largos, pero lentos pasos, mientras que su amigo caminaba normal.

—Que suerte tienes. Yo la pediré mañana.

—Cuando no hago un punto, se lo pido a Hoji.

—Al menos tienes suerte de que alguien conocido esté en tu grupo. Que mal que este año nos tocara a todos por separado...— se quejó colocando sus manos dentro de su pantalón y se encorvaba un poco.

—Sí. Igual, con Hoji no hablo desde hace mucho. Creo que hasta olvido de que somos compañeros— agregó con gracia.

—Vaya, pero que gran amiga— dijo irónico.

_____ volteó a verlo sin expresión alguna, empezando a caminar de manera debida.

—Y por eso me adelantaré. ¡Mañana nos vemos!

Emprendió carrera, dejando solo al apellidado Kiyama que gritaba: —¡Aún no te he preguntado cómo estuvo hoy tu hermana!

Claro que no me respondería, y menos si no estuvo en gran parte del día con Hatsu. Podía ser ella, la menor, la hermana sobreprotectora solo en ese sentido.

En realidad él tenía razón: tiempo en que no conversaba con Hoji Konda.

Holisss, disculpen las demoras en actualizar y es que se me olvida editar y, obviamente, publicar. Mil disculpas g.

¿Qué tal?

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Besos ♥

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