Capítulo XII

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Llegó cansada a la escuela. Ingresaba con suma pereza, arrastrando un poco sus pies. Sentía unas grandes ganas de desplomarse, que alguien le acercara una manta y almohada para dormir. Esperaba no quedarse dormida en clase al menos. A parte, explicarían un tema nuevo ese día y _____ no se sentía de humor para ello.

Hasta había llegado temprano por no poder cerrar durante mucho sus ojos.

En un momento vio a lo lejos a Hoji Konda que se alejaba de Wakiya Murasaki, como si lo dejara para que hablara con ella. Incluso, el rubio volteó en su dirección, aguardando a que llegara al encuentro. Mientras tanto, la apellidada Shiraiwa sólo tenía en mente el siguiente pensamiento: "¿no puede acercarse él en vez de solamente esperar? No carga corona".

—¿Qué te sucedió? ¿Acaso tuviste una pesadilla en la que perdías batalla tras batalla?

—No sabes cuánto me levantas el ánimo, y reduces mis ganas de tirarte una manzana— dijo de forma sarcástica, parándose frente a él.

—¿Por qué una manzana?— preguntó extrañado.

—Porque una manzana al día hace bien, y más si se la tiras a la persona indicada— dibujó una gran sonrisa cansada, haciendo que Wakiya solamente rodara los ojos.

—Sólo te preguntaba que por qué estás así— se cruzó de brazos, tranquilizándose y desviando su punto de vista a un lado en el suelo.

La castaña terminó suspirando rendida para acercarse a la pared más próxima, y apoyarse allí, aún agotada. A ello, se ganó la mirada confusa del blader, que hasta había arqueado un ceja en espera de una repuesta.

—Encontré otro regalo en mi mochila ayer...

No podía tocar el tema de la joyería, y más si a penas vieron las joyas, le dijeron que eran cien por ciento reales. ¿Ya se dijo antes que se había tirado a la basura el antiguo mapa mental que tenía de sus sospechas? Pues, ahora tenía uno nuevo.

—¿Se puede saber qué es?

_____ miró a todos lados, corroborando que sus demás amigos aún no llegaban. Y estaba en lo cierto.

—Una estrella.

—Al menos te gustan las estrellas, ¿o no?

—Sí... Solamente que fue una gran estafa.

—¿Por qué?— interrogó apoyándose a un lado de ella.

—¿No lo sabes? Nunca sabré cuál estrella es y si realmente sólo ha sido vendida una vez. Hasta puede que tenga más de un nombre. A parte, es patrimonio de la humanidad.

El muchacho volteó la cara al lado opuesto en el que estaba, para que no viera el ceño fruncido y que se pellizcaba uno de sus brazos. Había saltado eso olímpicamente. Él sólo tuvo en mente, durante esos momentos y actualmente, el hacerla feliz con lo que podía conseguir. Pero veía que ni las joyas ni las estrellas le sacaban una sonrisa. ¿Debía volver a recurrir al pan bey?

—Ah, eso— dijo como máximo, volviendo a verla, haciéndose el desinteresado. Al menos tenía suerte de disimular lo que hizo anteriormente, a parte de no haber tardado más de dos segundos.

—Promete no decir nada...

—¿De qué?— la voz de Rantaro Kiyama la sobresaltó, despertándola completamente. Sentía el corazón latiéndole en la boca.

—De que ella es mejor blader que tú— habló con una sonrisa burlona el rubio de largos cabellos, sorprendiendo también a la chica. Pero en el buen sentido, ya que supo actuar de manera rápida.

Audaz, por su parte, le dedicó una mala mirada y semblante. Y volvió a la apellidada Shiraiwa.

—¿Y qué tal estás?— preguntó sonriendo.

—¿Estás tratando de preguntar qué tal está Hatsu?— y recibió un asentimiento seguro de cabeza de su parte, sin borrar la mueca que curvaba sus labios —Wakiya, ¿me acompañas a mi salón?

Dijo mientras ya estaba camino allí, dejando a ambos bladers confundidos. Se miraron entre ellos e intentaron alcanzarla.

—¡Vamos! Sólo pregunto.

—Audaz, eres un gran amigo y todo, pero no te quiero de cuñado, es lo único que pido en este mundo— habló en un tono rozando lo serio, lo cual le dio más gracia a sus palabras.

—No seas así— reprochó.

—Soy así y así me quieres como la gran amiga que soy.

Wakiya, lo único que hacía, era intentar esconder la pequeña sonrisa que había en su rostro por el hecho de que le había preguntado si podía acompañarla. Sabía que era para escapar de la pregunta de Rantaro Kiyama, pero le gustó haber sido incluido.

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Besos ♥

TE REGALO |Wakiya Murasaki y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora