Capítulo XXI

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Se detuvo un momento a retomar un poco el aire perdido, aunque no estaba tan agitado por correr. Pasos detrás de él, se aproximaba Hoji Konda, cansado de intentar seguirle el ritmo.

—¿Daremos... una vuelta... más?— preguntó el de lentes, haciendo lo mismo que Wakiya Murasaki.

—No... Creo que es suficiente por hoy... A parte, hay que prepararnos para mañana la academia— dijo estirando sus piernas.

—Perfecto— asintió para imitarlo en estirar, pero sentándose en el suelo.

—¿Qué... crees que podría regalarle a _____?

El viernes le había regalado ese pequeño peluche que había mencionado antes, así que para el día lunes no tenía aún nada planeado. Y eso que era mañana.

—Y-yo... No lo sé— desvió la mirada —. Si le regalas cosas así, l-le gustará de todos modos.

—¿En serio?

—S-sí, ella l-lo dijo.

Wakiya, esta vez, no pudo pasar de largo los nervios de su amigo al hablar y más si lo hacía sin darle la cara, haciendo como si estuviera concentrado en otra cosa.

Detuvo su estiramiento para cruzarse de brazos y quedar pensando. Tenía una idea en mente de lo que pasaba, pero no sabía cómo expresarla. Tampoco quería hacerle creer que dudaba de la confianza que le daba.

De cualquier modo, la soltó como la pensó a la segunda vez.

—¿Le has dicho a ______ que soy yo quien le envía esos regalos?

Vaya, aquello le cayó de sorpresa al apellidado Konda que abrió sus ojos de a par y su tono de piel disminuyó bruscamente. Volteó al Murasaki, que estaba serio, y admitía que en esa situación le daba miedo.

—Y-yo...— y bajó el volumen de su voz —, no se lo dije, directamente...— y desvió nuevamente la vista.

—¡¿Qué?!— exclamó el rubio, avanzando un paso e inclinado un poco su cuerpo en dirección en la que estaba el otro blader.

—E-es que... _____ da miedo en un interrogatorio. ¡P-pero ella llegó a la conclusión!— intento explicarlo como pudo, pero no hizo falta darle más vueltas al asunto ya que el de ojos azules lo entendió a la primera.

—Agh, ¿demasiado obvio soy?— y Hoji dudó en la respuesta para terminar negando —¿Y desde cuándo lo sabe?

—Pues... Ella me dijo que te dijera que el siguiente regalo fuera otro pan bey...

—¿Tanto tiempo? Rayos— y giró sobre sus talones, volviendo a una postura recta para intentar calmarse.

¿Qué se supone que haría ahora? Siempre estaba un paso delante de los demás, ¿pero aquello? Jamás lo había visto venir.

Tenía que pensar algo. Entonces, todo ese tiempo que hablaba con él al respecto de que quería descubrir quién era, ¿lo hacía para ver qué hacía? El abrazo de esa vez, ¿fue a propósito?

No entendía, ¿qué sentía ella?

Podría preguntarle a su amigo, pero tampoco quería saber si era una respuesta negativa.

Ya debía ser tiempo de confesar, de manera debida, sus sentimientos. Pero primero que nada, necesitaba digerir aquella noticia. Aunque, de todos modos, tuvo que haber tomado en cuenta el hecho de que _____ Shiraiwa era astuta para averiguar cosas que si deseaba saber.

—Me retiraré a descansar... Nos vemos mañana— y emprendió camino a su hogar, dejando a Hoji Konda en el suelo todavía, algo extrañado.

—Nos vemos...— se despidió en el mismo estado, apenas hablando bajo.

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