Capítulo XV

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Tras llegar a casa, se dedicó a comenzar con su entrenamiento. Claro, después de comer y cambiarse a una ropa más adecuada para la acción. Hacía todo eso en sumo silencio, con apenas mencionar una u otra palabra cuando era necesario. Estaba demasiado pensativo.

Ese mismo día, había mandado nuevamente al conductor a que fuera a comprar pan bey, acompañado de su hijo para perder rastro si la muchacha era capaz de ir a preguntar al respecto. Debía ser precavido si quería mantenerse en el anonimato. Pero, ¿y si no hacía todo eso? ¿Si ella descubría que se trataba de él? ¿Qué pasaría?

Wakiya quería evitar llegar a ese punto, porque sentía que algo sucedería con su persona. ¿Y si era rechazado? Obviamente la pobre relación que había entre ellos acabaría siendo demasiado incómoda, o podría llegar a terminar. Estar cerca de _____ Shiraiwa le haría doler, lo presentía, sabiendo que ella no estaba bien a su lado. ¿Cómo serían las reuniones con el club Bey? Un infierno probablemente.

Y si, ¿la respuesta era otra?

No quería pensar en eso. Sabía a la perfección que las ilusiones estaban de sobra, y más si en un comienzo iba de lleno con ellas. Hasta que recordó quién era él y cayó en la realidad, con sus propios pensamientos.

Luego de calentar, se fue a colocar en la pista interior del gimnasio, preparándose para correr un rato. Y empezó.

Debería pensar en lo que podría regalarle al día siguiente, ya que hasta ese momento no lo había hecho. Notó que esa mañana, _____, mostró bastante gratitud por ese pan bey e incluso tenía la intención de convidarle un poco. Era un hermoso gesto de su parte, pero él se negó. Después de todo, era un regalo para ella.

Tal vez si debía de evitar regalarle algo que la fuera a incomodar; quizás él tenía que adaptarse a ella. 

Recordó entonces que en su brazo izquierdo, tenía unas cuantas pulseras de hilo encerado, que iban haciendo combinación entre ellas. Entonces se le ocurrió una idea. Se detuvo en seco para salir de allí a paso apresurado.

—¡Necesito que vayan ya mismo a comprar hilo encerado! ¡De un amarillo claro y varias cuentecillas de distintos tipos y colores!

A su orden algunas de las personas que trabajaban para la familia Murasaki, voltearon a él, y luego entre ellos, para ver quién iba a realizar el pedido por su amo, hasta que el de siempre terminó cediendo.

—Por favor...

Balbuceó, a pesar de que nadie llegara a escucharlo. Aunque, los que continuaron viéndolo, comprendieron lo que dijo y más por su reacción corporal de encogerse en sí mismo. Comprendieron de inmediato que se trataba de algo para la muchacha que tanto le llamaba la atención, de la cual estaba enamorado.

[...]

Hoji Konda, al siguiente día, seguía dudando de lo que se trataba el regalo, y más si tenía la forma de algo que a la chica no le gustaría. ¿Sería una piedra preciosa eso? ¿Sería una cadenita de oro? Y más dudas tenía si el de cabellos rubios le dijo que se lo entregara como siempre lo hacía y no mencionó nada de lo que podía llegar a ser.

Ingresando al salón, dirigió la mirada a donde estaba la apellidada Shiraiwa, recostada sobre su banco, intentando dormir. Se aproximó lentamente a ella y dio ligeros toques en uno de sus brazos, logrando que se sentara como era debido y con un semblante entre dormido y sorprendido. Hasta que lo vio y sólo mostraba este primero.

—Buenos días, Hoji— saludó pasando una de sus manos por un ojo, luego el otro y finalmente por toda la cara.

—Buenos días, _____. Creo que el regalo de hoy es como los anteriores— mencionó sacando el pequeño obsequio de su bolso y pasándoselo con normalidad. Aunque, en opinión de la blader, sería buena idea que aquello fuera un secreto a la hora de la entrega, sin importar que pareciera que algo malo pasaba por allí.

—Ya veo— observó el envoltorio y volvió al apellidado Konda —. Gracias de todas maneras.

El chico asintió y se retiró a su lugar. Por su parte, _____ fue abriendo con cuidado el papel, ya que sentía a simple tacto que de algo caro debía de tratarse y que, dentro, también había una nota. Pero sus ojos se abrieron de a par cuando notó su contenido. Podía decirse que hasta brillaban.

Sacó una pulsera de hilo encerado amarillo pastel, con una cuentecilla de color lavanda en el supuesto centro, ya que parecía haber sido mal calculado. Podía tener unos cuantos errores que delataban que, quien lo había hecho, era la primera vez que lo intentaba. Lo cual revelaba que el mismo Wakiya fue el encargado de hacerla. No pudo aguantar una pequeña sonrisa y la dejó escapar. Le encantaba desde el momento en que Hatsu le regaló las que utilizaba en esos momentos. Sólo había una diferencia entre ellas y esa: que quien la hizo, la hizo especialmente para ella.

Y quitó la nota que quedaba dentro.

"Sé que te gustan estas cosas, así que me gustaría verte utilizándola y que llegue a gustarte."

Luego de unas clases, terminó saliendo al receso como todos los demás, caminado apresurada al lugar en donde encontraría a Wakiya Murasaki. Al verlo a unos metros de ella, se aproximó llamándolo. El blader volteó a ella, curioso de saber qué le pasaba.

—Mira— le mostró el obsequio, como si no supiera que se trataba de él.

—¿Qué? ¿Otro regalo?

—Sí. ¿No es bonito?

—¿Acaso quieres mi opinión crítica?

—No, así que guárdatela. Porque ni siquiera recuerdo que te la pidiera. ¿Me ayudas a ponérmela?— le pasó la pulsera y extendió su brazo izquierdo, para que la pusiera en su muñeca, delante de las demás.

Incluso, ese pequeño detalle, se percató el de cabellos rubios, sintiéndose importante. Y, algo torpe por los nervios, la ató con cuidado haciendo lo mejor posible para disimularlos. Luego de ello, la chica se lo agradeció con una gran sonrisa.

—¿No es bonita?— reiteró la pregunta, sonriente y sin dejar de verla.

—¿Ahora eres disco rayado?

—Perdón, es que... ¡es la emoción! Me encanta, la presumiría si pudiera.

—Puedes hacerlo, lo sabes, ¿cierto?— se cruzó de brazo Wakiya, comenzando a caminar a donde estaba el resto del club bey, acompañado por la de apellido Shiraiwa.

—Lo sé, pero si preguntaran quién me la regaló, no sabría qué decirles. Por eso te lo cuento a ti, así no contar la misma historia siempre— comentó dando pasos con suma felicidad.

—¿Te gustaría saber quién?

—Sí...

Respondió tras el silencio, en el cual pensó si hacerlo o no. Después de todo, sabía que se trataba de él.

Amores, en serio, gracias por llegar hasta aquí a pesar de las actualizaciones que en mi opinión son lentas. Les prometo que de una u otra forma serán recompensados, así que espérenlo 😁

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Besos ♥

TE REGALO |Wakiya Murasaki y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora