Capítulo V

946 170 95
                                    

Regresando de hacerle una pregunta a la profesora y buscar un libro en su mochila, encontró otro regalo. Una pulsera y una nota que decía:

"¿No te gusta nada que no lo usas? Espero que esto si te guste."

Debía de ser alguien de su entorno. Se giró sobre su asiento, observado a quienes tenía sentados por detrás y luego a los de enfrente y costados. Al noventa y nueve porciento no los conocía más allá de su nombre y apellido, en algunos casos. Y vio al apellidado Konda, concentrado en un deber que acababa de ser asignado.

En el primer receso intentaría entablar una plática. Desde comienzo de ese año, a penas lo había visto cerca de Wakiya, su mejor amigo. Antes estaba pegado a él. Esperaba que nada malo hubiera sucedido entre ellos.

Cuando tocó el timbre, se incorporó para ir hacia Hoji, antes de que se retirara del salón.

—Hola— saludó sonriente.

A lo que dijo, el de rulos se congeló. Evitando verla a la cara.

—Ho-hola ______. Disculpa, p-pero debo ir al baño.

Y salió apresurado, dejándola confundida y donde se había quedado parada. Aún con ese mal sabor en la boca, salió para ver a los demás un momento.

Así fue cada que se toparon y ella intentaba hablarle. Dos cosas podrían significar eso: o ya no la quería como amiga, o la quería como algo más que una amiga. No era boba como para no saber algo así.

Para cuando acabaron las clases, pocos diálogos cruzaron, siempre los mismos y excusas por igual. Hoji Konda, tras salir de la escuela caminó unas cuadras, donde lo esperaba un auto. Se subió y saludó al rubio.

—Vi que tampoco se puso esa pulsera— comentó el apellidado Murasaki, cruzado de brazos mientras daba la indicación de que pusiera en marcha el vehículo.

—Sí, tampoco vi que lo sacara de su mochila...— agregó algo decaído al ver la seria expresión de su amigo. Estaba claro que le molestaba.

—Ash.

Volteó su cabeza en dirección a la ventanilla, con el mismo semblante de antes. ¿Qué podría regalarle para que le llegara a gustar? Por lo que entendía, a las muchachas les gustaba eso y a ______, entendía que igual, como el beyblade.

Le regalaría cualquier cosa que estuviera a su alcance, y sería capaz. Fue entonces que recordó de inmediato lo que había dicho la noche anterior la apellidada Shiraiwa. Llegó a ocurrirsele algo, aunque le llegara a tardar un buen tiempo en conseguirlo perfecto.

—¿Tienes alguna recomendación de lo que pueda regalarle?

Preguntó bruscamente, volteando a su amigo.

—Eh... ¿comida?

—Patético— bufó molesto, cambiando su dirección de ver.

—Por lo que he visto, a _____ le gusta el pan bey que hace la señora Aoi— a lo que decía de más, se ganó la enojada mirada de Wakiya, haciendo que se estremeciera en su lugar —. Yo sólo digo nomás...

El rubio quedó callado unos segundos, todavía viéndolo de esa forma, mientras que lo seguía asustando. Analizó la situación y se puso a recordar. Rodó los ojos con molestia, volviendo a la ventanilla.

—Chofer, tú te encargarás de comprar pan bey fresco mañana en la mañana. Y tú, Hoji, harás lo mismo de siempre en dejarlo en su mochila o banca.

Dio las órdenes el Murasaki sin verlos.

—Claro, señor— habló el conductor.

—Por supuesto. Todo para que _____ se enamore de ti— habló ligeramente entusiasta, para levantar los ánimos del muchacho.

—Te equivocas. Todo esto lo hago con el simple motivo de que se dé cuenta de que estoy enamorado de ella, aunque sea anónimo...

Dijo suavemente esas palabras, como si se hubiera relajado de un solo golpe. Hoji Konda, por su parte, asintió ante sus palabras. Le alegraba saber que Wakiya Murasaki estaba experimentando algo tan lindo, a su parecer, como lo era aquello.

En serio, perdón por tardan en publicar, se me olvida g. ¿Qué tal?

35 votos= continuación.

Besos ♥

TE REGALO |Wakiya Murasaki y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora