Capítulo XXIII

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Bien; martes y ya comenzaba a acobardarse con respecto a la declaración. Pero el valor aún seguía allí. ¿Dónde? No sabía exactamente, pero por ahí estaba.

Se hallaba en su salón, sentada mientras que uno de sus codos reposaba sobre su banco y, en esa mano, su mentón. Y con la que quedaba libre, daba ligeros golpes a la madera con la punta de sus dedos. Estaba pensativa. Tendría que ajustar el plan a ese día, lo cual no pensó el lunes.

Podría pedir hablar con él en el primer receso. ¿O en el segundo? ¿O mejor a la salida? Sí, esta última prefería.

Soltó un bostezo, comenzando a sentir demasiado sueño, consecuencia de apenas pegar el ojo durante la noche. Incluso contó todos los vehículos que oyó pasar por la calle entre las dos a cinco de la mañana. Y había sido un total de veinticuatro, cosa que le sorprendió.

Y, por el mismo motivo del cansancio, comenzaba a recordar esos datos completamente innecesarios. Debía centrarse en el tema de la confesión, arreglarlo rápidamente y luego divagar tranquilamente.

—Buenos días, _____.

Al oír la voz de Hoji Konda, volteó a él, levantando como podía los párpados.

—Buenos días, Hoji. ¿Todo bien?— dijo al tiempo en que se estiraba.

—Sí. Y toma— le extendió un pequeño regalo con una nota encima, como la gran mayoría de días.

Sin comentar nada, extendió una mano a agarrarlo. Luego vio como el de lentes se retiraba a su asiento, para que ella terminara abriendo aquello sobre su regazo, escondiéndolo de los demás. Agradecía que nadie lo notara y mucho más que solo hubieran pocos aún en el salón.

"Espero que te guste, _____."

Fue todo lo que decía la nota.

Y, al ver el contenido del obsequio, el sueño desapareció de un momento a otro. Se trataba de un collar con piedras preciosas en un dije. ¿En qué momento había vuelto a retroceder? ¿Qué sucedía en la cabeza de Wakiya Murasaki? Apenas el día anterior había recibido un pan bey.

Lo guardó en un santiamén en su mochila, para salir casi volando a donde estaba el apellidado Konda sentado sin preocupación alguna.

—Hoji— exclamó en medio de un susurró desesperado.

—¿Ah? ¿Qué sucede?— preguntó confuso.

—¿Cómo es que volvieron los regalos súper caros?— seguía en el mismo tono y volumen.

—¿Qué?— mostró su sorpresa en un casi grito de su parte, llamando la atención de algunos cuantos que no tardaron en volver a lo que hacían —¿Qué?— volvió a repetir, pero imitando el tono de la chica.

—¿No sabes nada?

—No, no he visto a Wakiya desde hace dos días.

—¿Y hoy ha venido a clases?

—No yo que sepa. Sino, estará llegando tarde. Los regalos que te entregué me los dio su chófer el lunes en la mañana y el de hoy, anoche— informó.

Primero, debía tranquilizarse. Segundo, pensar en las posibles razones por las que Wakiya andaba desaparecido. Tercero, seguir tranquizándose.

Entonces una idea del porqué estaba faltando se estableció en su mente: ¿y si había descubierto que ella sabía que él era quien le enviaba esos regalos y le había dado vergüenza?

—¿Wakiya lo sabe?

Preguntó con algo de preocupación rápidamente, apoyando sus manos sobre el banco de Hoji, sorprendiéndolo.

—Y-yo...— balbuceó el chico.

Le contó al respecto de la última conversación que había tenido con el rubio, dejando a la apellidada Shiraiwa boquiabierta. No tenía nada más ni nada menos que decir: rayos.

¡El final de esta historia está sumamente cerca! ¿Qué sucederá?

Disculpen por no actualizar ayer, me olvidé g. Así que en unas horitas estará el siguiente capítulo 😁

Besos ♥

TE REGALO |Wakiya Murasaki y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora