Capítulo VII

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Caminaba tranquilamente, varios, pero varios pasos por detrás de Valt Aoi y sus hermanos. Quería llegar a preguntarle a su madre sobre los clientes que tuvo esa mañana, y sentía que si iba con ellos, la harían sentir raro. Sería rápido, entraría a la tienda, preguntaría, recibiría respuesta y se marcharía. Pero, si había clientela, se sumaba el paso de esperar al comienzo.

Observó como ellos finalmente pasaban y a _____ le quedaban algunos metros por recorrer.

Apresuró su paso, para asomarse ligeramente por los cristales de la puerta y ver su interior. Bien, a esa hora, sólo tenía un cliente. Sería mejor ir ingresando o parecer más sospechosa de lo que parecía.

Pasó y miró como una anciana se retiraba, mientras la despedía con una sonrisa. Y giró a donde estaba Chiharu, que sonrió al verla.

—¡Hola, _____! ¿Qué necesitas?

—Buenas tardes, señora Chiharu— asintió, avanzando —. Sólo vengo a pedirle algo que resultará raro...— a ello, la mujer frunció el ceño confundida —. ¿Quiénes fueron los clientes que tuvo desde que abrió esta mañana hasta el comienzo de clases?

—Lo siento, _____, pero-...

—¡Es que...!— se adelantó a hablar, pensado que se negaría por privacidad a los clientes —Hoy recibí como regalo anónimo un pan bey, y quisiera saber quién me lo dio...

—¿Un admirador?— la miró con diversión la mayor, provocando que la menor lo pensara.

—Sí, y dice que me quiere mucho— mintió. Sólo recibía tarjetas y regalos sin sentimiento alguno. Esperaba lograr convencerla.

—Me encantaría ayudarte a decifrar quién es, pero en ese tiempo solamente vino un hombre a comprar pan bey para su niño que iba con él. Los otros dos clientes, otras reposterías.

—A no ser que... El niño fuera una distracción por si yo venía a preguntar...— sacó conclusiones en medio de un murmuro, mirando el suelo pensativa —Momento, en mi salón no hay nadie así de inteligente para idear un plan así y mucho menos es una película, y yo una detective.

Volteó a la dueña de la tienda, que la veía sin entender todo lo que dijo en menos de diez segundos y en un bajo volumen.

—Digo, muchas gracias— sonrió de oreja a oreja, intentando esconder su vergüenza por si la había oído, aunque lo dudaba.

—Realmente no es nada. ¿Quieres llevar un pan bey? Va por la casa— ofreció la Aoi, buscando un bolsa característica de ese lugar.

—No, no, gracias de todos modos. Quedé que almorzaría todo lo que Hatsu hiciera, así que debo ir con el estómago vacío— volvió a mentir. Moría por un pan bey, pero le avergonzaba siempre ir y comerlos gratis. Quizás debía llevar consigo algo de dinero para la próxima.

Se despidió y tomó camino a casa, asegurándose de que los hijos de la señora Chiharu no la vieran. Y tuvo suerte en ello.

Bien, el pan de esa mañana era justo del día, no del anterior o antes. Sabía diferenciar uno recién hecho de uno que ya tenía tiempo. Mucho pasar en la casa de Valt entrenando, le había hecho adquirir esa experiencia.

Tampoco pudo ser que fuera de alguien que llegó tarde, ya que, ese día, ninguno lo hizo. Así que no podía quitarse de la cabeza la teoría de que ese hombre con el niño habían sido para una distracción.

Debía de tratarse de alguien que si tuviera buenas estrategias. Pero, ¿quién de su salón? Esa le era la verdadera pregunta. No veía a nadie con la capacidad de hacer un gran plan como ese. Y si, ¿realmente era Hoji Konda? Raro actuaba, así que habían probabilidades.

¿Qué tal están? ¿Todo bien?

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Besos ♥

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