Capítulo XIX

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—¡Buen día, Wakiya!— dijo llegando a su lado, mientras seguían caminando.

Él volteó a verla —Buenos días, ______. ¿Pasa algo? ¿Ya te dejaron un nuevo regalo?

Ella negó con la cabeza, como niña pequeña y una sonrisa —Sólo venía a saludarte y, si querías, hablar de cualquier cosa contigo— propuso.

—¿Conmigo?— interrogó entre confuso y sorprendido.

—¿Con quién más, genio?— dijo con diversión y alzando una ceja.

El rubio rodó los ojos, para fijar la mirada enfrente.

—No sé... ¿Qué se supone que diga?— preguntó.

—No sé. Me he dado cuenta que mucho no sabemos mucho de nosotros, así que... ¿qué tal preguntas?

—¿Qué te gusta hacer a parte de beyblade?

Habló apenas terminó ella. No perdería ni un solo segundo. Tenía razón, no mucho sabían del otro, y de cualquier forma se enamoró de la apellidada Shiraiwa. Después de todo, deseaba conocer más acerca de su persona.

—Mm... Pues me gusta hacer origami, aunque ha pasado un tiempo desde que no lo hago...

—¿Cuánto más o menos?— interrogó, para continuar con la conversación.

—Quizás un mes, desde que empecé a recibir... esos regalos— se abstuvo de decir "tus regalos". Tenía que comprender que él no sabía nada de que ella lo sabía.

—Vaya, se nota que te han dejado pensando...— dijo, intentando disimular su desanimado tono. ¿Acaso le había causado problemas para que dejara de realizar actividades que le gustaban?

—Sí. Algo distraída me ha dejado. Con tal de saber si eran reales, y de quién se trata.

—¿Te interesa demasiado saberlo?

—Sí.

—¿Y qué harás con esa persona cuando lo sepas?

—No sé... Quizás le pregunte el motivo de porqué lo hace. Y saber qué siente por mí, como para hacer algo así.

—Seguramente está enamorado.

A sus palabras, no pudo evitar prestarle atención a su corazón que latía con más fuerza. Dibujando una boba sonrisa, aprovechando que el Murasaki no la veía.

[...]

Al final de clases, esperaba sentado en el vehículo a Hoji Konda, así salían de allí.

Ya tenía todo planeado: se confesaría. Creía. Aunque, por primera vez, no estaba al trescientos porciento seguro. A veces pensaba que el resultado le daría igual, y otras en lo que lo alarmaba demasiado.

De brazos cruzados, observaba a través de la ventanilla. Enfocaba su mirada en su reflejo o simplemente veía como algunas personas y autos pasaban por allí.

—Perdón la tardanza...— dijo algo agitado Hoji apenas llegó y cerró la puerta detrás de sí.

—No te preocupes— respondió el Murasaki, volteando al frente y dándole indicaciones al chofer de que podía arrancar. 

Los primeros minutos, fue de un total silencio entre ambos amigos. Y esto ponía algo incómodo al Konda, por el simple hecho de ocultarle un secreto a su mejor amigo. Hasta podía percibírselo nervioso.

—¿Todo bien?

Como siempre, la pregunta de Wakiya lo sobresaltaba para terminar asintiendo. Sin estar muy seguro de la respuesta, el rubio decidió continuar.

—Me alegra saber que le gustó el llavero de lana, me lo contó y la vi salir de clases utilizándolo en su mochila— sonrió mientras volvía a ver por la ventanilla —. Pienso mañana regalarle un pequeño peluche. ¿Crees que le gustará?

—P-por supuesto— volvió a asentir.

El de ojos azules nuevamente volvió a él. Quisiera tener alguna idea de lo que le estaría pasando, pero nada se le ocurría. Optó por ignorarlo, porque el hecho de la declaración que quería hacer, tenía que seguir en discusión. A parte, no decirle, algo de culpa le generaba.

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Besos ♥

TE REGALO |Wakiya Murasaki y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora