6. Madrid

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"Eres cambio de compás
Y ningún pentagrama
Eres caos en una guerra fría
Eres como los grandes artistas
Mil historias por contar
Muchas más de las que yo creía
Vidas llenas, cabezas vacías"

—Madrid - Alfred García

🎼🎼🎼

Lydia se está poniendo muy nerviosa. Y es que la caminata de un lado a otro por todo el piso de Raoul a las nueve menos diez de la mañana, la tiene harta.

El rubio, por su parte, no ha pasado muy buena noche. Los nervios y la incertidumbre han podido con él y no ha logrado dormir más de diez minutos seguidos. Aún así, no parecía faltarle mucha energía cuando ha decidido hacerse una maratón en el salón para templar los nervios.

—Tío, ¿quieres calmarte? —Pide aún medio adormilada la chica—. Habéis quedado a en punto, aún quedan diez minutos, por mucho que corras por la casa, tu cita no va a llegar antes.

—Que no es mi cita, pesada —insiste Raoul mordiendose las pocas uñas que le quedan.

—Claro, por eso has estado una hora peinandote frente al espejo —ironiza su amiga ganándose una mirada asesina por parte del chico—. Por eso también te has puesto tu mejor ropa en la maleta y, evidentemente, como no es tu cita, por eso llevas casi media hora andando desquiciado por todo el piso.

—Si no vas a ayudar, vuelve a la cama —sentencia algo sonrojado el catalán.

Lydia suelta una risita cantarina antes de rodear con los brazos a Raoul e intentar transmitirle toda la calma que puede mediante ese abrazo. No es que funcione mucho, pero el rubio agradece el gesto desde lo más profundo del corazón y afianza el agarre.

¿Por qué coño está tan nervioso? No le tiene miedo a viajar en el coche, no es la primera vez que va a Madrid, ni siquiera es la primera vez que va a un ballet. Esos descartes le dejan una última razón en mente que, definitivamente, no está preparado para afrontar: lo que le pone tan histérico es pasar el finde a solas con Agoney. Y eso es algo que no se puede permitir. Vale que el canario sea un chico guapo y siempre se haya portado de lujo con él, pero además de ser su coreógrafo —algo que cuanto más lo piensa solo supone problemas a la hora de llegar a tener algo más que una relación de amistad—, el moreno tiene novio.

Raoul ha cometido muchos errores en su vida y ha metido mucho la pata, pero flirtear con un chico con pareja es algo que no ha hecho nunca y es algo que no piensa hacer. Así que, por el bien de todos y del viaje, necesita calmarse.

Sin embargo, el universo parece divertirse con el Raoul desquiciado, así que en ese preciso momento un WhatsApp entrante del canario le avisa de que ya está esperándole en la puerta de casa. El rubio responde que baja enseguida mientras comprueba que todos los mantras para calmarse van cayendo uno a uno. Esto no va a ser nada fácil.

Una vez se despide de su amiga, quien le desea suerte con una sonrisa socarrona en el rostro, y comprueba que lo tiene todo en la mochila, sale de casa más tembloroso que un flan. Nada más poner un pie en la calle, lo ve. El coche de tono cobrizo aparcado en doble fila, gafas de sol puestas y brazo izquierdo apoyado en la ventanilla bajada.

En cualquier otra situación se hubiera reído de la estampa. Raoul nunca ha sido muy peliculero y que lo esperen en la puerta de casa cual estrella protagonista de una comedia romántica de los sesenta es algo que, sin ninguna duda, hubiese contado el domingo con un tono burlón a Lydia. Sin embargo, en esta ocasión, sólo puede felicitarse a sí mismo por haber escogido, pese a tener un viaje de casi seis horas por delante, el vaquero frente al chándal.

FALLING (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora