Capítulo 23. Leslie

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Jamás pensé que el día con Hunter como "historiador" de lo que era trabajar en la industria del modelaje, acabaría con él posando con un chaleco de colores fosforitos, abierto al medio, mostrando el pecho descubierto, mientras otra persona le echaba agua desde arriba para que le sacasen una foto.

Probablemente él tampoco.

Mirándolo desde el punto de vista positivo, tendría un artículo bastante realista.

—Es guapo.

Le di un golpe en el brazo a Valeria con mi hombro, pero eso solo le hizo reír más.

—Lo es —me quejé, aceptando la realidad.

No iba a contradecirla. Lo era. Hunter Harries era muy guapo. Poca gente diría lo contrario, y no lo afirmaba porque me hubiese acostado con él en el pasado.

Tenía este tipo de belleza masculina que te resultaba intrigante, oscura, de chico malo... Aunque, dados nuestros últimos encuentros, de chico malo ya no quedaba mucho.

Hunter Harries había madurado. De alguna forma, ya no era el chico que se escabullía en un cementerio de noche para que la policía no le atrapase.

—Y te gusta.

Intenté no responderla, aunque mi cuerpo se sacudió como protesta.

Hunter no me gustaba, Me había gustado, eso sí. En pasado. Cuando éramos algo. No ahora. No después de todo este tiempo.

¿Me parecía una persona agradable? Claro. Pero ahí acababa todo.

Fue mi amigo, y le debía tanto como nuestra amistad había significado.

A eso de las seis de la tarde la sesión acabó y Hunter, con cara de cansado, se lavó el rostro y se cambió de ropa mientras Valeria y yo tomábamos una botella de agua y nos reíamos. En lugar de haber pasado por una sesión de fotos, cualquiera diría que había caminado por un campo de balas.

Me alejé de ella para seguir a Hunter. Iba a la habitación donde nos cambiábamos, donde él había dejado su ropa. Me quedé fuera, porque yo ya me había cambiado, mientras escuchaba como refunfuñaba contra su pernera derecha por no ser lo suficientemente elástica.

—¿Y si te invito a cenar? —Propuse a través de la puerta.

Por unos segundos se hizo silencio en el otro lado de la sala. Después hubo ruido de golpes y, finalmente, la voz de Hunter.

—¿Dices en un restaurante o cocinando tú?

Imaginaba que eso era un sí.

*****

Hunter estaba tecleando en su teléfono. No sabía muy bien si hablando con Avery, su famosa novia, o relatando lo mal que había ido su noche con la modelo de turno. Es decir, yo.

Mierda, me jugaba mucho en ese artículo.

Al final apartó la mirada del aparto electrónico para observar por la venta del taxi. ¿Cómo podía montarse en un vehículo sin saber su destino? No me había preguntado cuando le enseñé la dirección al taxista desde mi teléfono. Jamás se me ocurriría, y le envidiaba por eso mismo.

—Vamos a mi casa —le comenté.

Las luces de la ciudad se habían apagado perezosamente mientras avanzábamos por la carretera dentro del coche. En un pequeño impulso intenté estirar la mano sobre el asiento hacia él, pero en el mismo momento en el que lo hice me contuve.

¿Qué estabas haciendo, Les? Hunter fue mi pasado.

Precisamente así, en pasado. Y necesitaba avanzar.

Otra Vez Nosotros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora