¿Crees en las segundas oportunidades?
Leslie Sullivan es independiente, rebelde, y vive su mejor momento como modelo en Nueva York.
Hunter Harries lucha por sus sueños y su carrera, centrado en su futuro profesional.
En el pasado, ambos tuvieron una...
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6 MESES DESPUÉS...
—¡Felicidades, compi!
Hunter intentó apartar a Otto, pero fue imposible. Le había agarrado del cuello con un brazo y no lo soltaba, mientras con los nudillos de la otra mano le rasaba la coronilla con fuerza.
—Mierda, Otto —se quejó, aunque pude apreciar que estaba riéndose—. ¡Suéltame!
Cuando por fin se zafó de él tenía el pelo entero despeinado, justo como a mí me gustaba. Acerqué el ramo de flores que con tanto mimo había intentado proteger de Otto y se lo entregué mientras le daba un beso en la mejilla.
—Felicidades, señor graduado.
Me estrechó en un fuerte abrazo, tomándome de la cintura, y guió sus labios a los míos en un beso largo y apasionado. A nuestro lado Otto hizo sonidos de arcadas y acabó interrumpiendo el momento al quitarle el ramo de las manos.
—Mildred ha escogido las flores con mucho esmero, no dejaré que vuestra empalagosidad las estropeé.
Me reí, y tomé a Hunter de la mano mientras nos alejábamos los tres de la multitud para pedir un taxi. Después de la ceremonia de graduación de Hunter, que en realidad se me hizo eterna, teníamos preparado un brunch con algunos amigos y compañeros de clase de él. Otto y yo le acompañaríamos, porque nos lo había pedido. Y porque Blake, aunque quería ir, tenía un partido muy importante al día siguiente y ninguno deseaba que llegase cansado por culpa de los vuelos.
La relación entre Hunter y yo había ido a las mil maravillas desde que regresamos a Nueva York. Teníamos nuestra rutina, nuestra vida juntos, algo de lo que no pudimos disfrutar en el pasado. Sin embargo, seguía teniendo miedo. ¿Qué pasaría cuando llegase el primer problema? ¿Lo superaríamos?
Una vez en el taxi, dejé que Otto y Hunter discutiesen sobre el nuevo artículo que ambos harían juntos para la revista, algo sobre el medio ambiente al que Hunter le tenía ganas desde hacía mucho tiempo, y respondí al último mensaje que tenía de mi hermana en el teléfono. Había estado toda la mañana pensando una respuesta.
KENZIE: ¿Al final vendrás a pasar el fin de semana conmigo y papá.
LES: Claro.
La relación con mi padre seguía tensa y mal. Le había gritado lo que pensaba en Navidad, porque no iba a quedarme callada. Que a él no le gustase mi trabajo no era mi problema. Pero al final... era mi padre.
Él me pidió disculpas con un triste mensaje, y yo decidí que eso era mejor que nada. Quizás nuestra relación nunca terminaría de repararse, pero si algo había aprendido en el último año, era a perdonar. O al menos, a intentarlo.