Otra Vez Nosotros ©

Capítulo 26. Hunter

Mierda.

Mierda, mierda, mierda.

¡Joder!

Me di la vuelta en el sofá de la sala de Leslie mientras todos los recuerdos de la noche anterior me acechaban como sombra, haciéndome sentir como la peor persona del mundo.

Había besado a mi ex novia.

Teniendo novia.

Y lo que era peor. Lo había hecho, y de lo único de lo que me arrepentía era de no haber ido a más. ¿Qué significaba eso?

Ojalá pudiese decir que la deseaba y simplemente eso, porque el deseo era un sentimiento primario del ser humano, más fácil de manejar de lo que pensábamos, pero no. Iba más allá.

Desde el primer momento en el que había visto a Leslie Sullivan entrar por la puerta de aquel restaurante, con la melena suelta y los ojos risueños y felices, todo había vuelto. Así, de sopetón.

Una hostia bien dada en el corazón.

Los odiosos sentimientos que tanto me había costado olvidar.

Porque, en realidad, nunca los había olvidado del todo.

Y tampoco eran odiosos.

Leslie había sido mi primer amor de verdad. Un todoterreno como ella sola, aplastándome contra el suelo y dándome la vida al mismo tiempo. Era una de esas personas difíciles de olvidar y, por muy tópico que sonase, ni siquiera se daba cuenta.

Y lo peor, es que todavía tenía sentimientos por ella.

Pero no podía. No debía. Para empezar, ahora estaba con Avery. Y para continuar, existía nuestro pasado.

Les y yo tuvimos nuestra oportunidad. Una oportunidad que vivió en un tira y afloja por más de tres años. Demasiadas decepciones. Demasiadas discusiones. Demasiados "lo dejamos y volvemos", como para regresar una vez más.

Leslie Sullivan ponía mi mundo del revés, claro, pero en todos los sentidos. Incluido el malo.

Una vez le puse fin por una razón. Por nuestra paz mental.

No podía dejar que volviera de nuevo.

No después de lo que me costó volver a querer a alguien tras ella.

Prácticamente salté del sofá después de no poder más con mis propios pensamientos. Tenía que salir a hacer algo... ¡a correr! A airearme. Pero, especialmente, a no estar allí cuando Leslie se levantara.

No podía verla. No después de ese beso fallido.

Preparé dos vasos de café antes de abrir la caja con mi ropa de deporte, que todavía no había guardado en su habitación, y entrar al baño a cambiarme. Mínimo necesitaba mi dosis de cafeína, y después de aquella noche, intuía que Leslie se merecía también la suya.

"Porque ella fue quien me frenó, y no al revés".

"A pesar de que ella no era quien tenía pareja".

Me lavé la cara y observé el rostro en el espejo una vez tuve la ropa de deporte puesta. Me tomaría el café y saldría a liberar endorfinas y lo que sea que me tenía tan desesperado aquella mañana. Después, quizás tuviese fuerzas suficientes para hablar con ella y comentar la mala idea que había sido aceptar pasar dos semanas en su piso.

¡Un hotel no podía ser tan caro!

Tomé aire y salí de vuelta al salón. Apenas eran las seis, dudaba que Les se hubiese despertado.