Capítulo 56. Hunter

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Mierda, mierda, mierda

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Mierda, mierda, mierda.

¿Qué se suponía que debía hacer en aquellos momentos? Porque mi instinto, el único que tenía, era lanzarme sobre ella y hacerle el amor con tantas ganas que nos dejaría agotados y moribundos en esa habitación.

Les mantuvo la mirada a la altura de la mía, sin molestarse en tapar su cuerpo desnudo. Y mierda...

Era perfecta.

Era igual y mejor de lo que la recordaba, y no solamente por lo mucho que la quería. Sus curvas, su tacto, su olor... siempre fue el mejor de mis recuerdos.

—¿Qué estás haciendo? —respondí, tragando saliva duramente.

Y, aún así, dando un paso hacia ella.

—¿Qué crees que estoy haciendo?

Si era lo que yo pensaba... llegar tarde a la cena con Otto y su novia, porque no pensaba salir de aquella habitación en toda la noche... En días si me lo permitían.

—Les, no me hagas esto...

Era un ruego, pero no podía expresarlo de otra manera, porque si seguía así, sería incapaz de rechazarla. La deseaba, con cada célula de mi cuerpo, con cada latido de mi corazón. Dormía abrazado a ella cada noche mientras en mis sueños la apretaba contra mi cuerpo y volvíamos a ser nosotros.

—¿Qué es lo que quieres?

Terminó de recorrer el espacio que nos separaba, hasta que una mano se posó sobre mi pecho desnudo. Ella siempre fue la valiente. La que luchó con más ganas porque siguiéramos juntos. La que no se avergonzaba por nada. La que gastaba todo su dinero solamente en poder vernos, como si fuera lo más importante de su vida. La que nunca, jamás, se dio por vencida.

Y yo el idiota que creyó que estaría mejor solo.

¿Lo que realmente quería?

A ella.

A Les.

La quería a ella.

Posé las manos sobre sus caderas. Sobre la piel suave y desnuda que se curvaba poco después de su ombligo, manteniéndola todavía a una distancia prudente de mí.

Les tomó aire y, con los ojos todavía fijos en los míos, murmuró:

—Porque yo a ti, Hunter. Te quiero a ti.

Fue demasiado para mí. Su cercanía, sus palabras, su olor... No podía resistirlo más.

—Mierda, Leslie —murmuré.

O, al menos, creo que lo hice. Lo siguiente que supe es que junté sus labios con los míos, uniéndonos en un beso que nadie separaría. Ella era todo mi mundo, todo lo que siempre quise, y nunca me di cuenta. Porque como muy bien dicen, "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".

Devoré sus labios, apropiándome de sus sabor, de su esencia, como si esa fuese la última vez que pudiese probarla.

Mis manos se afianzaron su cadera, apretándola y clavando los dedos sobre ella, hasta Leslie gimió y se dejó ir conmigo. Rodeó mi cuello con sus brazos, fundiéndose en un abrazo que llevaba demasiado tiempo esperando.

—Dime que pare —pedí, besando cada parte de su cara.

Su boca. La comisura de sus labios. El mentón. Su mejilla. El camino de su boca a su oreja. Toda ella, era perfecta.

Toda ella, era lo único que necesitaba.

—Dime que lo haga —susurré, besando su cuello y sumergiéndome en su aroma—, porque no sé si seré capaz de parar.

Sus labios dejaron escapar un pequeño gemido que me llevó al otro lado del mundo. Me importaba un rábano Otto, su ligue modelo y la cena. Leslie, la forma en que se había ofrecido, en que me abrazaba, en que sus labios se acoplaban a los míos... Eso lo era todo. Y no necesitaba más en esta vida.

—Yo no voy a pedirte que pares —musitó, con los labios muy cerca de mi oído.

Maldición. No podía decirme aquello. No ahora.

La tomé en mis brazos, pasando las manos por debajo de sus muslos mientras ella apretaba sus brazos alrededor de mi cuello para no caerse. Sonrió, y tapé su risa con otro beso. Su risa, que era increíble. Su risa, que tanto había echado de menos.

—He esperado esto durante demasiado tiempo —susurré, acercando mi rostro al suyo.

Leslie se rió.

—No tanto como yo.

Nuestros labios volvieron a juntarse. Sentí un pequeño relámpago de electricidad, del tiempo que llevaba de verdad deseando que aquello volviera a suceder, de todo lo que había añorado a Leslie.

Apreté a Les contra la pared, de nuevo en la habitación 422.

—¿Qué vamos a hacer? —Pregunté contra sus labios.

—No lo sé.

Una buena respuesta. Tal resolutiva como la mía, porque lo único que sabía, era que no quería volver a pederla.

—Tuvimos una oportunidad... —susurró contra mis labios—, y fallamos.

No. Yo fallé. Ella siempre lo intentó, siempre creyó en nosotros. Si no fuese por ella, no hubiésemos llegado hasta este punto. Siempre fue la fuerte en la relación.

—¿Y si existiesen las segundas oportunidades? —Me atreví a preguntar.

Les mordió mi labio inferior.

—Entonces seríamos...—musitó—. Otra vez nosotros.

De alguna forma, me gustó cómo sonó aquello.

Y a ella también, porque se apretó más contra mí.

—Quiero ser otra vez nosotros —susurró.

—Yo también. 

¡Feliz sábado, familia de wattpad!

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¡Feliz sábado, familia de wattpad!

No desesperéis, que la escena no termina aquí. Sigue mañana con el POV Leslie. Por eso decidí poner todos estos capítulos seguidos. Quería cada parte narrada por uno, para que supiésemos lo que iban pensando, pero así quedaban capítulos muy cortos. Entonces lo mejor pensé que era subirlos de seguido.

¡Espero que os guste el próximo capítulo! 👀

Un abrazo enorme,

Andrea :)

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