Capítulo 48. Hunter

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Apreté los dientes mientras el policía me miraba con enfado

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Apreté los dientes mientras el policía me miraba con enfado. Estábamos haciendo mucho ruido y venía para terminar con la fiesta. Solamente esperaba que no nos multara de paso...

—La vecina de abajo se ha quejado —explicó.

—Lo siento, ahora mismo le digo a la gente que se vaya —le aseguré.

Tenía que haberlo visto venir. Había demasiado alcohol para que no se nos fuera de las manos.

De pronto el policía relajó los brazos y me fijé en que sus ojos estaban mirando detrás de mí. Por favor, que nadie estuviese pasando droga...

En vez de eso, escuché la voz de Leslie.

—Hola, Mike. ¿Qué tal estás?

Me hice a un lado obligado por ella, que tomó mi lugar frente a la entrada. Tenía una sonrisa muy amplia en la cara y no parecía para nada preocupada. ¿Qué narices...? ¿Y desde cuándo sabía cómo se llamaba el policía?

—Leslie Sullivan... —dijo él, que por lo visto, también conocía su nombre—. Hacía mucho tiempo que no recibía una llamada quejándose de los ruidos en tu apartamento.

Ella soltó una suave carcajada y se apartó el pelo por encima del hombro mientras se apoyaba en el marco de la puerta. Le miró con la cabeza agachada, a través de las largas pestañas y...

—¿Eso quiere decir estoy libre de ir a la cárcel?

¿Estaba ligando? No podía ser, pero lo era. Les estaba intentando ligar con el policía y, a juzgar por la reacción de él, también lo estaba consiguiendo.

—Puedo hacer la vista gorda, pero... Me temo que esta fiesta tiene que disolverse.

Mis ojos se pasearon de uno a otro sin terminar de comprender qué narices pasaba, aunque no me estaban haciendo el más mínimo caso. A ver, entendía que era difícil resistirse a los encantos de Les. Yo era el primero en caer rendido, pero... ¡él era policía!

—Oh, ¡vamos, Mike! Es un cumpleaños...

—Y eso me da mucha pena, pero la ley...

Por mucha pena que le diese, sus ojos bajaron unos segundos al escote de ella. La camiseta que se había puesto después de que la anterior se mojara era mucho más escotada. Se me revolvieron las tripas.

Entonces ella dijo:

—Mira, pasa un poco...

Ante mis atónitos ojos, Les agarró al policía de la solapa de la chaqueta y le hizo entrar en el rellano del piso. Tampoco es que él opusiera demasiada resistencia, pero... ¡venga ya!

—La chica del cumple es la que está allí, en el sofá. El resto son amigas, de la agencia de modelos.

—La agencia de modelos, ¿eh? —Repitió él, arrastrando las letras y los paseando los ojos por la estancia.

Otra Vez Nosotros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora