Epílogo

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Estaba sentado en su cama.
Mirando fijamente a la pared.

Unos toques en la puerta llamaron su atención.

-¿Estás listo, Rich? - preguntó su madre cariñosamente.

Rich.

-No me llames así- su voz estaba ronca.

La garganta le ardía y los ojos le picaban.

Sintomas claros de una noche entera llorando.

No se sentía listo pero aún así se levantó y caminó junto a su madre hasta el cementerio de Derry.

En la puerta lo estaban esperando los perdedores.

Todos vestidos de negro.
Y todos con un mismo símbolo dibujado en rojo.

El verano había acabado unas semanas atrás.

Pero nada había vuelto a la normalidad.

Ninguno había pisado el instituto el primer día de clases, ni el segundo, ni el tercero.

Estaban cansados. Mentalmente cansados y con el corazón destrozado.

A Richie le dolía hasta el respirar.

El cementerio estaba vacío.
Nadie había asistido. Sólo ellos acompañados por sus familiares.

Sus padres se quedaron fuera mientras el club de los perdedores se acercaba al ataud de madera blanca.

Uno a uno pasaron dejando una rosa negra en la cubierta.

Eddie se paralizó observándola.
Era su mejor amiga.

Comenzó a respirar entrecortadamente, Stan se acercó a él colocándolo el respirador entre los labios y lo alejó de allí.

Luego se acercó él.
Susurró algo que ninguno puedo entender y retrocedió.

Era su turno.

Richie caminó hasta ella. Sujetó todas las rosas y las ató con una cinta blanca.

Luego tomó la mano de la menor sin despegar la vista de su rostro.

Ahogó un sollozo al notar su frialdad.

La acarició.
Otra vez estaba solo.

-Chico, te están esperando- avisó una voz femenina a sus espaldas - Ella estará mejor- dijo apoyando una arrugada mano en su hombro.

Richie observó a la anciana.

-¿Quien es usted? - preguntó.

Ella sonrió tristemente.

-Michelle de Allen- se presentó -Y esta preciosa criatura que has protejido es mi nieta y de parte de ella te doy las gracias - sonrió alejándose.

Richie giró aquel objeto entre sus dedos una vez más.

Lo colocó a milímetros de sus labios.

-Te amo- susurró empañando el metal.

Miró por última vez a su pequeña.

Deslizó el anillo en su dedo anular izquierdo y se alejó.

En la puerta del cementerio volvió la vista.

El ataud estaba cerrado y poco a poco lo iban enterrando.

Acarició su dedo anular derecho.

Aún sentía su calidez a pesar de que ahora el anillo de Claddagh había sido enterrado con su dueña en una promesa de amor eterno.

El club de los perdedores junto sus manos.

Todos pensaban en Michelle.

-Bienvenida al club de los perdedores, querida- susurró con la mirada perdida.

Alzó la vista buscando una señal.

Todos lo imitaron.

Y como si algo los escuchara.

Un globo rojo flotó hasta perderse en el firmamento.

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CURIOSIDAD:

-Richie nunca lo pudo superar.

𝘋𝘢𝘥𝘥𝘺 𝘐𝘴𝘴𝘶𝘦𝘴 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora